viernes, 30 de agosto de 2013

La bondad del "No"


Sal. 100.3 a.- Reconoced que Jehová es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;

A principios de septiembre del 2012, mi pequeño fue intervenido quirúrgicamente por una malformación debido a su prematurez. Fue hasta este tiempo, pues debía esperarse a que fuera más grandecito.
Al revisarlo, los doctores dijeron que se veía muy fácil que tal vez necesitaría solo una cirugía, ya que para esto es común que haya varias para que quede corregido definitivamente, ya que es poco a poco.
Gracias a Dios la cirugía fue exitosa, a pesar de que el médico dijo que estaba más difícil de lo que se veía exteriormente, nos explicó que tuvo que hacer tres intentos diferentes para procurar que quedara lo mejor posible.
Nuestro hijo se portó muy valiente con sus 2 añitos con 4 meses, el personal hospitalario que iba a revisarlo no creía que había sido ya intervenido, pues él cantaba y jugaba con un globo durante los casi cuatro días que estuvo ahí.
Le encantó que el fin de semana fueran nuestros familiares y varios miembros de la iglesia a visitarlo.
Estuvo siete días con una sonda y no hubo quejas ni dolores de consideración, fue obediente a las indicaciones de cuidados por dos meses más. Dios fue fiel, fortaleció y animó mucho a mi pequeño.
En enero tuvimos nuevo encuentro con el  cirujano para revisar la operación y decidir si se necesitaría otra. La respuesta fue positiva y lo programó para el 30 de abril de este año. Santi entendió lo que venía y observamos que se puso nervioso, así que decidimos no mencionar el tema por esos meses hasta tres días antes de la fecha, situación que anunciamos a nuestras familias y amistades para que no nos preguntaran sobre el tema delante de él. Y así fue, por poco más de cuatro meses.
En mi corazón de madre había sufrimiento por lo que volvería a pasar… Cuando estuvo internado, había un niño que iba por su cuarta cirugía y esperaba una quinta, así que no tenía cara para quejarme, solo repetía en mi interior: “Dios diseñó así a Santiago, confío en que Él debe tener un propósito…”
Llegó la fecha, fuimos a la revisión pre-quirúrgica y nos encontramos con la noticia de que su médico tratante estaba incapacitado y será otro el que haría la cirugía. Lloré todas las horas que estuvimos esperando, preguntándome: “¿Qué pasa? Nos robaron el auto y no pudimos tener el dinero para poder operarlo, confié en traerlo a un hospital público a que lo operara alguien que no conocía, y ahora ¿será otro que no tiene idea cómo quedó de la anterior?”
Por fin entramos, un doctor joven que nos inspiró confianza, acepté en mi corazón.
Vista por el anestesiólogo el viernes  a las seis de la tarde, todo perfecto. Por la noche, Santi se la pasó llorando a cada rato. Amaneciendo el sábado: estornudos, mocos y tos.
Ese día, toda la mañana lloré de nuevo y me rebelé ante Dios: “Ahora sí no entiendo nada, quiero que todo esto pase ya, que todo se termine, ha sido larga la espera y zozobra de este asunto… Si nos programaron desde hace casi cuatro meses, ahora creo que será hasta agosto, ¿y si no puede entrar al kínder por esto? De por sí será su primera incursión a la escuela… ¿y que entre después, cuando todos los niños ya se conocen? Hay que volver a repetir los exámenes de sangre y otra vez sufrirá mi hijo”.
Esto y más maquinaba por mi cabeza, altercando con mi Hacedor directamente como hace años que no  sucedía…
Mi pobre marido estuvo ahí platicando mucho conmigo, muy paciente, diciéndome que gracias a Dios no era una cirugía urgente que pusiera en riesgo su vida.
El lunes fuimos a dar aviso al médico, bronquitis declarada, se portó muy amable, nos dijo que daría tiempo a que lo atendiera el alergólogo y nos pospuso para el once de junio, todavía iban a servir los análisis de sangre, eran vigentes por tres meses.
Y yo, en mi interior: “Está bien Dios, yo no soy nadie para interferir en Tus planes, no fue tan trágico como lo imaginé, será pronto… Si no entra al Jardín de Niños está bien, Tú sabrás por qué…”
A diferencia de la vez anterior, decidimos estar hablando con nuestro hijo sobre su operación durante esas semanas, le explicamos que era necesaria, ya que sospechamos que fue eminentemente nervioso, pues en cuestión de horas se enfermó y no había presentado absolutamente ningún síntoma.
Nuevamente estamos allí, a cuatro días de la nueva fecha (jueves por la tarde), en la sala de espera, lo checa el cirujano, el anestesiólogo, ningún inconveniente. Madre previsora, maletas hechas para el internamiento. Por la noche del domingo, en la cena, hizo ruido de que se limpió la garganta, seguido de una tos… Mi esposo y yo solo nos volteamos a ver. La tos continuó horas después, pero sin fiebre ni gripe… Por la mañana fue continua y declarada, a pesar de que le dimos medicina alternativa para lo nervioso con antelación, mucha gente orando por su salud para que pudiera darse todo bien, igual se presentó un obstáculo.
Nada qué hablar, ni qué pensar, hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance. Igual el Creador quería ese lugar para otro niño con padres angustiados…
Al ir el martes 11 mi marido al área de ingreso hospitalario y dar los datos de nuestro hijo, antes de decir cualquier cosa, le informaron que no estaba reservado el quirófano, que esperara al médico porque no había ningún espacio disponible.
Yo sonreí y descansó mi corazón… ¿Qué más claro que eso? ¡Dios no quería que fuera operado todavía! El doctor llegó, cuando mi esposo le explica lo sucedido, se apenó mucho y lo llevó a checar papeles a pesar de que le dijo que Santi enfermó de nuevo, y finalmente ¡no supo en dónde estuvo el error de no haber apartado el quirófano!
Algunas personas que oraban por nosotros me dijeron entonces: Estamos pidiendo a Dios para que a Santi no lo operen. Y yo les contestaba: No, la cirugía es inminente, oren para que no necesite una tercera.
En el ínter, nos enteramos de una terapia psicológica donde por medio de juegos y juguetes, podían tratar con el miedo a los doctores y hospitales en niños pequeños. Quedaba solo una quincena, estábamos contra-reloj, nos hicieron espacio en una apretada agenda por dos sesiones semanales. Santi reaccionó muy bien a este tratamiento con una excelente profesionista.
Nueva cita pre-quirúrgica: 25 de julio. Algo me dijo que me asomara al consultorio, estaba la puerta abierta… Un  médico nuevo!!! Pregunté a la enfermera y lo confirmó, era el nuevo titular. Me di cuenta de que estaba en paz con Dios porque no sentí que se me “moviera” el hígado ni me dolió el estómago. Solo me dirigí a una silla y expresé mentalmente: “Señor: Tú sabes…” Y me puse a leer un libro.
Cuando entramos, nos dijo el doctor: “Permítanme, debo hacer una llamada”… Escuchamos que acababan de operar a su hija y le dijo a su médico que evolucionaba muy bien “gracias a Dios” (yo pensé: Wow, al menos cree en Dios, espero que trate bien a mi hijo, pues está sufriendo algo similar y sabe lo que se siente…)
Y… ¿qué creen? Revisa su agenda y asegura que a pesar de estar anotado, no alcanzaría a operarlo, que tendrá posponerlo dos días más: “¿qué opinan?” nos pregunta… Solo nos miramos con expresión de “¿otra vez?” y dijimos: “como usted disponga”.
El joven galeno nos comentó: “Mejor déjenme revisarlo y así calculo cuánto me tardaré y vemos el espacio”.
Al examinarlo minuciosamente, nos manifiesta que “eso es muy pequeño, puede cicatrizar solo, es mejor esperar, en dado caso si queda algo, intentar que solo podamos hacer una cauterización sin tener que abrir de nuevo”
En ese momento se me saltaron las lágrimas, y yo que les decía a las personas que no era posible que no lo operaran, que era inminente, el Señor hizo que nos pospusieran la fecha dos veces y estuviera este cirujano y trabajar en nuestros corazones como familia. Él tenía un plan, debíamos confiar en él. Aprendí certeramente que cuando Dios dice “no”, no es malo, es porque tiene algo diferente, algo que necesitamos, algo mejor.

Ec. 3.1, 4, 14.- Hay una temporada para todo,
un tiempo para cada actividad bajo el cielo.
Un tiempo para llorar y un tiempo para reír.
Un tiempo para entristecerse y un tiempo para bailar.
También sé que todo lo que Dios hace es definitivo. No se le puede agregar ni quitar nada. El propósito de Dios es que el ser humano le tema.(NTV)

Jer. 29.11.- Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—.
Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.

Ya no somos los mismos, hemos crecido.
 Todavía no sé el final de la historia, la nueva fecha es el 25 de noviembre. ¿Cicatrizará? No lo sé… Lo único que sé es que mi Dios ha sido fiel, y lo demostró en cada detalle de esta historia, tal vez larga, pero mi objetivo es que veas conmigo Su mano ahí en cada cosa que sucedió. Te agradeceré que nos acompañes en oración. Continuará… J





2 comentarios:

  1. Muy valiente y generosa el compartir esta historia con nosotros.

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    Respuestas
    1. Es la intención ayudar a fortalecer la fe de otros que estén pasando por esto o por algo peor.
      Gracias por escribir y leernos Anónimo :)

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