martes, 29 de julio de 2014

Amor Verdadero

La mujer virtuosa es corona de su marido; Prov. 12.4.

¡Qué difícil es hallar
una esposa extraordinaria!
¡Hallarla es como encontrarse
una joya muy valiosa!
 Quien se casa con ella
puede darle toda su confianza;
dinero nunca le faltará.  Prov. 31.10, 11. (TLA)

Ella le es fuente de bien, no de mal,
todos los días de su vida. Prov. 31.12. (NVI)

 Vimos la semana anterior que el enamoramiento era una etapa fantasiosa en la que se ven solo las virtudes de una persona.
A causa de los conceptos con los que somos bombardeados constantemente por los diferentes medios de comunicación e información, es que no sabemos qué es el verdadero amor. Éste suele confundirse justo con el enamoramiento, el deseo sexual, el placer, la fascinación por la otra persona, una etapa de feliz  romance e ilusión.
Para empezar el amor verdadero es todo un proceso de conocimiento del otro (a), lo cual no se logra en el enamoramiento, pues simplemente es el principio en el que estás “flechado” con alguien.
Con lo que deducimos que requiere tiempo, pues solo así surgen los defectos y tienes un panorama real de cómo es quien te gusta, pues todos los humanos tenemos imperfecciones y virtudes.

Hay que aquilatar si podrás tolerar los puntos débiles, si son simples manías, costumbre o formas,  si afectan tu dignidad, tu integridad física o moral, etc.
El verdadero amor:
o   Requiere atención. Tiempo para conocerse y madurar esa relación.
o   Tiene discernimiento. Piensa bien, analiza, haz una lista de “pros” y “contras” de la persona. Es una decisión consciente.
o   No espera a que cambies, acepta tus debilidades.
o   Es genuino, no actúa delante del otro (a). Se siente libre junto a él (ella).
o   Encuentra apoyo y comprensión en cualquier momento.
o   No es controlador, acepta tu individualidad y decisiones.

“Si amas una flor, no la recojas.
Porque si lo haces, esta morirá
Y dejará de ser lo que amas.
Entonces si amas una flor, déjala ser.
El amor no se trata de posesión.
El amor se trata de apreciación.”

o   Tiene interacción emocional, saber cómo reaccionas cansado (a), con rabia, bajo estrés, cuando estás contento (a).
o   Tiene vida espiritual que edifique y sea de bendición mutua.
o   Respeta.
o   Es paciente.
o   Tiene empatía. Es la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.
o   Es perseverante. Es mantenerse constante, dura por largo tiempo, no es fugaz.
o   Te inspira a ser mejor.
o   Es resistente a pesar de las tormentas de la vida.
o   Te valora.
o   Te admira.
o   Conoce tus planes personales y los apoya.


o   Tiene límites. Cada quien es capaz de vivir feliz su vida independientemente de la otra persona. Sabes que no puedes consumir todo su tiempo.
Por ejemplo, pasar 20 horas en la vida del otro, esto es co-dependencia, no amor.
o   Entiende la importancia de estar en familia. No se molesta si disfrutas estar en una reunión o visita con los tuyos.
o   Es confiado, no celoso.
o   Te anima, no te critica sin piedad.
o   No condiciona. Fíjate si todo está bien mientras se dan ciertas condiciones, o de lo contrario, hay problemas.
o   Tiene valores: Integridad, solidaridad, respeto, bondad, cortesía, honradez, igualdad, verdad, laboriosidad, honestidad, responsabilidad, etc.
o   Se centra en la solución en vez del problema. Si no estás de acuerdo en algo, se preocupa más por terminar la discusión que por llevar la razón.
Hay que estar atento en las reacciones cuando hay diferencias de opinión o mal entendidos.
o   Comunicación efectiva, hay apertura para hablar de cualquier tema en forma civilizada.
o   Examina si te atrae alguien por lo que hace o por lo que tiene, como por ejemplo, una posición, personalidad, belleza física, habilidad o popularidad. Porque cuando algo de lo anterior desaparezca por alguna razón, puede ser que ya no será igual de atractivo o deseable.

Te dejo esta interesante historia para terminar:

            "Una persona platicó:

Mis padres vivieron 55 años casados.
Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno cuando sufrió un infarto y cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, condujo hasta el hospital mientras su corazón se despedazaba en profunda agonía.
Cuando llegó, por desgracia,  ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró.

Esa  noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas. Él pidió a mi  hermano teólogo que dijera algunas reflexiones sobre la muerte y la eternidad.
Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte. Mi padre escuchaba con gran atención.
De pronto pidió: "Llévenme al cementerio".

"Papá", respondimos "¡Son las 11 de la noche! No podemos ir al cementerio ahora!"
Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: "No discutan  conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su  esposa por 55 años". Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más.

Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador y, con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: "Fueron 55 buenos años... ¿Saben? Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así".

Hizo una pausa y se limpió la cara.

"Ella y yo estuvimos juntos en todo. Alegrías y penas. Cuando nacieron ustedes, cuando me echaron de mi trabajo, cuando ustedes enfermaban", continuó.  "Siempre estuvimos juntos. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de muchos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos y perdonamos nuestras faltas... hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por qué?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios.
La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera..."

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló:

- "Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".
Esa noche entendí lo que es el verdadero amor.”

             ¿Viste que nada qué ver con lo que el mundo dice?
             Espero que reflexiones que no en vano la Palabra de Dios dice que no es fácil encontrar a la mujer virtuosa.
              Que Dios te de sabiduría y paciencia para observar, orar y elegir de acuerdo a Su plan perfecto para tu vida.

              ¡Nos leemos la siguiente semana!

              P.D. El artículo anterior está aquí Enamoramiento
              
              Recuerda visitar el Blog Soy Mujer de Valor, que sigue también esta serie.

4 comentarios:

  1. hermoso articulo y aun mas conmovedora historia . Mil bendiciones para ti y los tuyos

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  2. me encanta tu blog Jessica Dios te bendice por tu servicio....un abrazo!!! =)

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