miércoles, 27 de agosto de 2014

Aprovechando bien el tiempo.



Hace unos días, acompañando a mi pequeño a la hora de dormir, me dice en la obscuridad:
- Mami cuando yo sea grande te voy a cargar. ¿Te dará miedo que yo te cargue?
-No, pues sé que lo harás con mucho cuidado.
-Mmmm, ¿y serías una viejita guapa?
-¡Haré lo imposible para eso hijo! -respondí sonriente y decidida-. Ya sabes que un hijo guapo, tiene una mamá… ¡guapa!
Se me derramaron mis lágrimas, hace cuánto que él medía 41 centímetros, y ahora ya mide un metro. ¡Qué rápido pasa el tiempo!
Veía tan lejano el momento en que mis padres tendrían qué dejarme, ¡cuesta tanto ver que pierden vigor sus fuerzas! Es tan doloroso…
Ya casi seis meses que mi papá se fue y es tan difícil … me siento desprotegida.
¿Qué pasará por la mente de mi hijo cuando llegue ese momento? Me da pena que tenga que sufrir lo que yo con mi papi. Pero en fin, es la ley de la vida.

          Bien dice la Biblia:
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis,
no como necios sino como sabios,
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
Ef 5.15,16.

La vida que me has dado no es más larga que el ancho de mi mano.
    Toda mi vida es apenas un instante para ti;
    cuando mucho, cada uno de nosotros es apenas un suspiro».
Sal. 39.5 (NTV)

Por eso:
Enséñanos a entender la brevedad de la vida,
    para que crezcamos en sabiduría.
Sal. 90.12  (NTV).



Esta es mi oración, pues debo disfrutar en lugar de preocuparme porque la vida se me va como agua entre las manos. Recuerdo cómo se me hizo largo esperar mis 18 años, y de los 20 para acá, han sido un abrir y cerrar de ojos.

Y ahí, en la cama junto a mi hijo, recordaba esta porción:

Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora.
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar,
y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar,
y tiempo de abstenerse de abrazar;
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
Ec. 3.1-8.

Mas tener presente esta hermosa bendición:

Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad
en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender
la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
Ec. 3.11.

Mi alma es eterna, no conozco cómo será lo que sigue, tengo una idea que me da la Palabra,  me gusta esta vida. Pero confío en que al poner mi fe en la obra de Cristo, nada de lo que veo hoy  se comparará con estar delante de la presencia de Dios por siempre. Así sea.


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