Hace más de un año que no hemos
tenido visitas al hospital. Hace 2 días fui a solicitar turno para revisión. El
simple hecho de entrar, respirar y caminar por los pasillos, hacen que mi
estómago se comprima. Pensé: “Parece que necesitamos esto de nuevo”, recordando
el versículo:
En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de
tiempo,
si es necesario,
tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 1 Pedro 1.6.
Confiamos en que Dios tiene un
plan y estará acompañándonos y cuidándonos en todo momento, como siempre ha
sido.
Él se ha encargado de que veamos el fin de
cada estancia hospitalaria, de ver cada detalle, cada persona con la que nos
hemos cruzado que atiende a nuestro pequeño y hemos encontrado gracia en ellos,
de agradecer que lo que pasamos tiene solución y sabemos qué es y por qué, que
mi esposo tiene un empleo, que vivimos en un país con hospitales públicos que
pueden atenderlo y cuentan con los insumos necesarios, acompañar a otras
familias a orar por sus graves situaciones, ver el cuidado de Dios con personas
que están al pendiente intercediendo
también por nosotros y haciéndonos llamadas, entre tantos otros “pequeños
milagros”.
Y justo ayer, a propósito de
esto, fui a ver la película “Milagros del Cielo”. Aunque intenté hacerme la fuerte, no
pude contener las lágrimas en varios momentos.
Un caso de enfermedad tremendamente
grave y doloroso para cualquier familia, una prueba de fe.
Me llamó la atención que los infantes no tienen problema con eso, le creen a Dios y creen en Él, y el Señor usó
a esa niña para que fuera de bendición a otra pequeña internada, que estaba
enferma de cáncer.
Con majestuosas actuaciones de
Jennifer Garner y Eugenio Derbez y el resto del reparto, recordé y reafirmé que
cada día tiene varios milagros. El simple hecho de tener salud para comer pizza
cada vez que se nos antoje ¡es un milagro! ¡Tantos niños que no pueden hacerlo!
Y me vino a la mente:
Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el hombre bien
debajo del sol,
sino que coma y beba y se alegre; y que esto le quede de su
trabajo los días
de su vida que Dios
le concede debajo del sol.
Ec 8.15.
Cuando ya no había remedio, el médico le dijo a la madre de
la historia que pasaran el mayor tiempo posible como familia, porque eso era la
mejor y única medicina en ese momento.
Debemos amar lo que es, amar lo que hay y amar lo que está.
Poder reunirse fue vivificante para la hija enferma y su
mamá, pues el hospital estaba en una ciudad distinta a su residencia, por varias
semanas no se habían visto y cada quién experimentaba desde su lado la
tragedia.
La posibilidad de estar cerca fue para darse un abrazo, para
jugar, para animarse, para ayudarse, para simplemente estar juntos, era prioridad
pues no sabían en que momento esa familia nunca más sería la misma.
Tantas veces vivimos angustiadas por circunstancias vanas,
sin disfrutar lo que sí tenemos. En las recientes semanas Dios me ha llamado a
enseñarme a disfrutar.
No solo nos fijemos en los sufrimientos y seamos agradecidas
de lo que sí hay. Alegrémonos de poder comer y beber, pues hay personas que por
falta de salud no pueden hacerlo y es por suero o sonda su alimento, o no les
sabe la comida por causa de las quimioterapias.
De disfrutar poder hacer las labores domésticas, poder
caminar, poder respirar, poder ver, bañarse sin ayuda, tener cabello, escuchar,
tener a tus padres, tener hermanos, tener abuelos, tener primos, tener un esposo, tener hijos, una casa dónde
vivir, ropa que vestir, agua para tomar y asearse, luz con qué alumbrar, tantas y tantas situaciones con que nuestro
Padre nos bendice.
Si eres ama de casa, disfruta, si trabajas fuera de ella,
disfruta; si eres soltera, disfruta, si eres casada disfruta, si eres viuda,
disfruta; si eres madre, disfruta, si no lo eres también disfruta.
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del
cielo tiene su hora. Ec. 3.1.
Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que
sucede a las bestias,
un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los
otros,
y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre
que la bestia;
porque todo es vanidad.
Todo va a un mismo
lugar; todo es hecho del polvo,
y todo volverá al mismo polvo. Ec. 3.19, 20.
Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que
alegrarse, y hacer bien en su vida; Ec.
3.12.
Así que, a gozar, amar y hacer las buenas obras que Dios
preparó para cada uno.
No olvidemos en nuestras oraciones diarias agradecer por la
salud y pedir por los enfermos y sus familias, en especial, cuando son niños,
pues creo que no hay cosa más dolorosa que ver a un pequeño sufrir.
Gracias por ser parte de este ministerio en línea.