Sal. 100.3 a.- Reconoced que Jehová es Dios;
El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
A principios de septiembre del 2012, mi pequeño fue
intervenido quirúrgicamente por una malformación debido a su prematurez. Fue
hasta este tiempo, pues debía esperarse a que fuera más grandecito.
Al revisarlo, los doctores dijeron que se veía muy
fácil que tal vez necesitaría solo una cirugía, ya que para esto es común que
haya varias para que quede corregido definitivamente, ya que es poco a poco.
Gracias a Dios la cirugía fue exitosa, a pesar de que
el médico dijo que estaba más difícil de lo que se veía exteriormente, nos
explicó que tuvo que hacer tres intentos diferentes para procurar que quedara
lo mejor posible.
Nuestro hijo se portó muy valiente con sus 2 añitos
con 4 meses, el personal hospitalario que iba a revisarlo no creía que había
sido ya intervenido, pues él cantaba y jugaba con un globo durante los casi
cuatro días que estuvo ahí.
Le encantó que el fin de semana fueran nuestros
familiares y varios miembros de la iglesia a visitarlo.
Estuvo siete días con una sonda y no hubo quejas ni
dolores de consideración, fue obediente a las indicaciones de cuidados por dos
meses más. Dios fue fiel, fortaleció y animó mucho a mi pequeño.
En enero tuvimos nuevo encuentro con el cirujano para revisar la operación y decidir
si se necesitaría otra. La respuesta fue positiva y lo programó para el 30 de
abril de este año. Santi entendió lo que venía y observamos que se puso
nervioso, así que decidimos no mencionar el tema por esos meses hasta tres días
antes de la fecha, situación que anunciamos a nuestras familias y amistades
para que no nos preguntaran sobre el tema delante de él. Y así fue, por poco
más de cuatro meses.
En mi corazón de madre había sufrimiento por lo que
volvería a pasar… Cuando estuvo internado, había un niño que iba por su cuarta
cirugía y esperaba una quinta, así que no tenía cara para quejarme, solo
repetía en mi interior: “Dios diseñó así a Santiago, confío en que Él debe tener
un propósito…”
Llegó la fecha, fuimos a la revisión pre-quirúrgica y
nos encontramos con la noticia de que su médico tratante estaba incapacitado y
será otro el que haría la cirugía. Lloré todas las horas que estuvimos
esperando, preguntándome: “¿Qué pasa? Nos robaron el auto y no pudimos tener el
dinero para poder operarlo, confié en traerlo a un hospital público a que lo
operara alguien que no conocía, y ahora ¿será otro que no tiene idea cómo quedó
de la anterior?”
Por fin entramos, un doctor joven que nos inspiró
confianza, acepté en mi corazón.
Vista por el anestesiólogo el viernes
a las seis de la tarde, todo perfecto. Por la noche, Santi se la pasó
llorando a cada rato. Amaneciendo el sábado: estornudos, mocos y tos.
Ese día, toda la mañana lloré de nuevo y me rebelé
ante Dios: “Ahora sí no entiendo nada, quiero que todo esto pase ya, que todo
se termine, ha sido larga la espera y zozobra de este asunto… Si nos
programaron desde hace casi cuatro meses, ahora creo que será hasta agosto, ¿y
si no puede entrar al kínder por esto? De por sí será su primera incursión a la
escuela… ¿y que entre después, cuando todos los niños ya se conocen? Hay que
volver a repetir los exámenes de sangre y otra vez sufrirá mi hijo”.
Esto y más maquinaba por mi cabeza, altercando con mi
Hacedor directamente como hace años que no
sucedía…
Mi pobre marido estuvo ahí platicando mucho conmigo,
muy paciente, diciéndome que gracias a Dios no era una cirugía urgente que
pusiera en riesgo su vida.
El lunes fuimos a dar aviso al médico, bronquitis
declarada, se portó muy amable, nos dijo que daría tiempo a que lo atendiera el
alergólogo y nos pospuso para el once de junio, todavía iban a servir los
análisis de sangre, eran vigentes por tres meses.
Y yo, en mi interior: “Está bien Dios, yo no soy nadie
para interferir en Tus planes, no fue tan trágico como lo imaginé, será pronto…
Si no entra al Jardín de Niños está bien, Tú sabrás por qué…”
A diferencia de la vez anterior, decidimos estar hablando
con nuestro hijo sobre su operación durante esas semanas, le explicamos que era
necesaria, ya que sospechamos que fue eminentemente nervioso, pues en cuestión
de horas se enfermó y no había presentado absolutamente ningún síntoma.
Nuevamente estamos allí, a cuatro días de la nueva
fecha (jueves por la tarde), en la sala de espera, lo checa el cirujano, el
anestesiólogo, ningún inconveniente. Madre previsora, maletas hechas para el
internamiento. Por la noche del domingo, en la cena, hizo ruido de que se
limpió la garganta, seguido de una tos… Mi esposo y yo solo nos volteamos a
ver. La tos continuó horas después, pero sin fiebre ni gripe… Por la mañana fue
continua y declarada, a pesar de que le dimos medicina alternativa para lo
nervioso con antelación, mucha gente orando por su salud para que pudiera darse
todo bien, igual se presentó un obstáculo.
Nada qué hablar, ni qué pensar, hicimos todo lo que
estuvo a nuestro alcance. Igual el Creador quería ese lugar para otro niño con
padres angustiados…
Al ir el martes 11 mi marido al área de ingreso hospitalario
y dar los datos de nuestro hijo, antes de decir cualquier cosa, le informaron
que no estaba reservado el quirófano, que esperara al médico porque no había
ningún espacio disponible.
Yo sonreí y descansó mi corazón… ¿Qué más claro que
eso? ¡Dios no quería que fuera operado todavía! El doctor llegó, cuando mi
esposo le explica lo sucedido, se apenó mucho y lo llevó a checar papeles a
pesar de que le dijo que Santi enfermó de nuevo, y finalmente ¡no supo en dónde
estuvo el error de no haber apartado el quirófano!
Algunas personas que oraban por nosotros me dijeron
entonces: Estamos
pidiendo a Dios para que a Santi no lo operen. Y yo les contestaba: No, la cirugía
es inminente, oren para que no necesite una tercera.
En el ínter, nos enteramos de una terapia psicológica
donde por medio de juegos y juguetes, podían tratar con el miedo a los doctores
y hospitales en niños pequeños. Quedaba solo una quincena, estábamos
contra-reloj, nos hicieron espacio en una apretada agenda por dos sesiones
semanales. Santi reaccionó muy bien a este tratamiento con una excelente
profesionista.
Nueva cita pre-quirúrgica: 25 de julio. Algo me dijo
que me asomara al consultorio, estaba la puerta abierta… Un médico nuevo!!! Pregunté a la enfermera y lo
confirmó, era el nuevo titular. Me di cuenta de que estaba en paz con Dios
porque no sentí que se me “moviera” el hígado ni me dolió el estómago. Solo me
dirigí a una silla y expresé mentalmente: “Señor: Tú sabes…” Y me puse a leer
un libro.
Cuando entramos, nos dijo el doctor: “Permítanme, debo
hacer una llamada”… Escuchamos que acababan de operar a su hija y le dijo a su
médico que evolucionaba muy bien “gracias a Dios” (yo pensé: Wow, al menos cree
en Dios, espero que trate bien a mi hijo, pues está sufriendo algo similar y sabe
lo que se siente…)
Y… ¿qué creen? Revisa su agenda y asegura que a pesar
de estar anotado, no alcanzaría a operarlo, que tendrá posponerlo dos días más:
“¿qué opinan?” nos pregunta… Solo nos miramos con expresión de “¿otra vez?” y
dijimos: “como usted disponga”.
El joven galeno nos comentó: “Mejor déjenme revisarlo
y así calculo cuánto me tardaré y vemos el espacio”.
Al examinarlo minuciosamente, nos manifiesta que “eso es muy pequeño, puede cicatrizar solo,
es mejor esperar, en dado caso si queda algo, intentar que solo podamos hacer
una cauterización sin tener que abrir de nuevo”…
En ese momento se me saltaron las lágrimas, y yo que
les decía a las personas que no era posible que no lo operaran, que era
inminente, el Señor hizo que nos pospusieran la fecha dos veces y estuviera
este cirujano y trabajar en nuestros corazones como familia. Él tenía un plan,
debíamos confiar en él. Aprendí certeramente que cuando Dios dice “no”, no es
malo, es porque tiene algo diferente, algo que necesitamos, algo mejor.
Ec. 3.1, 4, 14.- Hay una temporada para todo,
un tiempo para cada actividad bajo el cielo.
Un tiempo para llorar y un tiempo para reír.
Un tiempo para entristecerse y un tiempo para bailar.
También sé que todo lo que Dios hace es definitivo. No se le puede
agregar ni quitar nada. El propósito de Dios es que el ser humano le tema.(NTV)
Jer. 29.11.- Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice
el Señor—.
Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una
esperanza.
Ya no somos los mismos, hemos crecido.
Todavía no sé
el final de la historia, la nueva fecha es el 25 de noviembre. ¿Cicatrizará? No
lo sé… Lo único que sé es que mi Dios ha sido fiel, y lo demostró en cada
detalle de esta historia, tal vez larga, pero mi objetivo es que veas conmigo
Su mano ahí en cada cosa que sucedió. Te agradeceré que nos acompañes en
oración. Continuará… J