Paseando en un centro
comercial, me detuve en una librería y me llamó la atención un título: “Hay alguien allá arriba que te odia.” Me
quedé sorprendida.
No lo revisé por dentro, la portada era una ilustración del cielo. Pero inmediatamente
me vinieron a la mente las veces que escuché
y pensé que Dios era un ser que existía sólo para juzgar y señalar lo que hacía
mal, que era como una barrera creada en la mente del hombre para cultivarle
culpas y temores y no ser libre de hacer lo que le pareciere, que si existía,
era para molestar.
Hasta
que tuve la fortuna de conocer la verdad, Dios es amor y dio Su vida por mí.
Misericordioso y clemente es Jehová;
Lento para la ira, y grande en
misericordia.
No
contenderá para siempre,
Ni para siempre guardará el enojo.
No
ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,
Ni nos ha pagado conforme a nuestros
pecados.
Porque como la altura de los cielos sobre la
tierra,
Engrandeció su misericordia sobre los que
le temen.
Cuanto está lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras
rebeliones.
Como el padre se compadece de los hijos,
Se compadece Jehová de los que le temen.
Sal.
103.8-13.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que
ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda,
mas tenga vida eterna. Jn. 3.16.
Para muestra basta un botón con
estas citas que explican la magnitud del amor de Dios, nuestro Creador, nuestro
Salvador, nuestro Padre.
Señalan que es lento para la
ira, que no guarda el enojo para siempre, que no nos ha pagado conforme a
nuestras indebidas acciones, que aleja nuestra maldad. ¡Nada qué ver con lo que
nos imaginamos!
Pero lo mejor es que nos amó de
a tal grado, que permitió que Su único hijo, pagara en nuestro lugar para
salvarnos de la condenación eterna.
Cuando yo entendí que el Señor
había dejado un manual de vida que es Su Palabra, que podía leerla y
entenderla, que ahí explicaba acciones y actitudes que a Dios reprobaba y como
resultado yo no era merecedora de estar en Su presencia, me percaté del gran
amor que Dios me tuvo al proveer de un Salvador.
Escudriñad
las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;
y ellas son las que dan testimonio de mí; Jn 5.39.
Porque
no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino
para que el mundo sea salvo por él. Jn.
3,17.
Todo
lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
Porque he descendido del cielo, no para hacer
mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Jn. 6.37, 38.
Así
que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Jn. 8.36.
Así que si escuchas a alguien que declara que “allá arriba
hay alguien que te odia”, muéstrale también lo siguiente.
Y nosotros hemos conocido y creído el amor
que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor,
permanece en Dios, y Dios en él. 1 Jn.
4.16.
Gloria al Señor porque tenemos la
Biblia para quitar nuestra ignorancia y conocer la verdad.
Agradecemos tu amor infinito y
tu perdón, que a pesar de que somos pecadores, Cristo murió por nosotros. Que
estas buenas noticias lleguen a quien no te conoce y sepan que allá arriba, en
el cielo, hay un ser da amor sin medida.