martes, 29 de marzo de 2016

Hay alguien allá arriba que te odia.



         Paseando en un centro comercial, me detuve en una librería y me llamó la atención un título: “Hay alguien allá arriba que te odia.” Me quedé sorprendida.

         No lo revisé por dentro, la portada era una ilustración del cielo. Pero inmediatamente me vinieron a la mente las veces  que escuché y pensé que Dios era un ser que existía sólo para juzgar y señalar lo que hacía mal, que era como una barrera creada en la mente del hombre para cultivarle culpas y temores y no ser libre de hacer lo que le pareciere, que si existía, era para molestar.

        Hasta que tuve la fortuna de conocer la verdad, Dios es amor y dio Su vida por mí.

Misericordioso y clemente es Jehová;
Lento para la ira, y grande en misericordia.
 No contenderá para siempre,
Ni para siempre guardará el enojo.
 No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,
Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.
 Porque como la altura de los cielos sobre la tierra,
Engrandeció su misericordia sobre los que le temen.
 Cuanto está lejos el oriente del occidente,
Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.
 Como el padre se compadece de los hijos,
Se compadece Jehová de los que le temen.
Sal. 103.8-13.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Jn. 3.16.

          Para muestra basta un botón con estas citas que explican la magnitud del amor de Dios, nuestro Creador, nuestro Salvador, nuestro Padre.

          Señalan que es lento para la ira, que no guarda el enojo para siempre, que no nos ha pagado conforme a nuestras indebidas acciones, que aleja nuestra maldad. ¡Nada qué ver con lo que nos imaginamos!

         Pero lo mejor es que nos amó de a tal grado, que permitió que Su único hijo, pagara en nuestro lugar para salvarnos de la condenación eterna.

         Cuando yo entendí que el Señor había dejado un manual de vida que es Su Palabra, que podía leerla y entenderla, que ahí explicaba acciones y actitudes que a Dios reprobaba y como resultado yo no era merecedora de estar en Su presencia, me percaté del gran amor que Dios me tuvo al proveer de un Salvador.

Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí;  Jn 5.39.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo,
sino para que el mundo sea salvo por él. Jn. 3,17.

Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.
 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Jn. 6.37, 38.

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Jn. 8.36.

          Así que si escuchas a alguien que declara que “allá arriba hay alguien que te odia”, muéstrale también lo siguiente.

Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. 1 Jn. 4.16.

         Gloria al Señor porque tenemos la Biblia para quitar nuestra ignorancia y conocer la verdad.

         Agradecemos tu amor infinito y tu perdón, que a pesar de que somos pecadores, Cristo murió por nosotros. Que estas buenas noticias lleguen a quien no te conoce y sepan que allá arriba, en el cielo, hay un ser da amor sin medida.




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