“No temas, pues no serás confundida; y no te avergüences, porque no serás afrentada, sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y de la afrenta de tu viudez no tendrás más memoria.” Is 54.4
El versículo continúa con una serie se
supuestos con los que le hace varias promesas al pueblo de Israel, luego de que
se vuelva al Señor: “No serás confundida”, “no te avergüences”, “no serás
afrentada”.
Cuando nos equivocamos, cuando
hacemos, pensamos o hablamos lo que no es correcto delante de nuestro Creador,
surge el pecado, que trae como consecuencia el temor, la culpa y la vergüenza por haber ofendido en
primer término a Dios y luego la onda expansiva que alcanza nuestra conducta a
los que nos rodean, escuchan y presencian el hecho.
Pasemos a algunas definiciones
importantes.
Confusión.- Falta de orden o claridad.
Viene del hebreo doblar, inclinarse.
Vergüenza.- Sentimiento de pérdida de
dignidad causado por una falta cometida o por una humillación o insulto
recibidos. / Sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el
ridículo ante alguien, o a que alguien lo haga.
Afrenta.- Hecho o insulto que ofende
gravemente a una persona por atentar contra su dignidad, su honor, su
credibilidad, etc.
Cuando ignoramos el carácter de Dios y
Sus promesas o no confiamos en el Señor, damos lugar al diablo o a malos
pensamientos, habitualmente asaltan
nuestra mente los “y si…” que nos llevan a rechazar la misericordia, bondad,
amor y perdón de nuestro Salvador. Por eso le dice “no serás confundida; y no
te avergüences, porque no serás afrentada,” (Is. 54.4).
“Sostiene Jehová a todos los que caen, Y levanta a todos los
oprimidos. (…) Abres tu mano, Y colmas de bendición a todo ser viviente. Justo
es Jehová en todos sus caminos, Y misericordioso en todas sus obras. Cercano
está Jehová a todos los que le invocan, A todos los que le invocan de veras.”
Sal. 145.14, 16-18.
“Gustad, y ved que es bueno Jehová;
Dichoso el hombre que
confía en él.” Sal. 34.8.
Culmina nuestro pasaje en estudio: “te olvidarás, no tendrás más memoria”. Me viene Miqueas 7.19:
“El volverá a tener
misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo
profundo del mar todos nuestros pecados.”
Dejemos de tener remordimientos y
sentirnos indignas y apropiémonos del perdón del Señor.
Padre: Gracias porque nunca han decaído tus misericordias, por tu bondad y amor con nosotros a pesar de serte infieles. Gracias por quitar la vergüenza y restaurar nuestra dignidad, gracias por el sacrificio de tu unigénito para hacernos nuevas creaturas. Ayúdanos Padre a tener un corazón de carne que te alabe, que te honre.
En nombre de Jesús, amén.
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