Diciembre del 2000, a mis 25 en la graduación de mi Curso de Especialización Judicial del Instituto de la Judicatura Federal de la Suprema Corte. |
Corría el año 2000,
una abogada joven, de 25 años de edad, autosuficiente, con un salario
maravilloso, segura, decepcionada del
amor y de la vida.
“Nadie es perfecto, y
yo quiero ser Nadie” era mi frase lema, producto de una crianza sobreprotegida.
No me gustaba pedirle
favores a Dios, para no sentirme comprometida si surgía una oportunidad de
portarme mal, pues ser buena chica no era muy redituable que digamos.
Afortunadamente Dios
me salvó antes de que surgiera esa oportunidad.
Conocí de Cristo en abril
de ese año, un mes después de asistir a la iglesia, una vez que me percaté que
nunca me había dado tiempo de conocer a Dios y lo tenía fuera de mi vida.
En enero del 2002, el Señor me dio la
oportunidad de contraer matrimonio y unos meses después, ir a prepararnos al
Instituto Bíblico Palabra de Vida Argentina por tres años, para servirle de
tiempo completo.
Dios usó en gran
manera ese lugar para moldearme, en primer año conocí más a Dios; en segundo,
hubo cambios personales; y en tercero, principios para el ministerio.
Por casi dos años
servimos de tiempo completo como misioneros en la iglesia que nos vio nacer, estuvimos
a cargo de los ministerios de discipulado y matrimonios, nuestras áreas favoritas. Aprendimos mucho y
trabajamos con gente nueva en su mayoría, era una iglesia como de 600 personas,
hasta que nuestro pastor cayó en adulterio. Fue un momento muy difícil, pues en
casos inesperados como este, sale a relucir lo que verdaderamente hay en el
corazón de los miembros de la iglesia,
si de verdad hay principios bíblicos o todo era una farsa.
Caí en una depresión
muy fuerte, la primera desde que fui creyente, nunca dudé de Dios y Su Palabra,
pero me decepcionó mucho la reacción de las personas y las decisiones que
tomaron. Tuve que trabajar secularmente, y eso fue muy duro para mí, pues yo
había decidido entregar mi vida para el Señor.
Dios me dio empleo en
una escuela cristiana, impartí las materias de Español, Cultura de Legalidad,
Literatura y Derecho.
El primer año fue muy duro, pues me costaba mucho enseñar
cosas seculares, y lloraba pensando que yo podría estar discipulando o
preparando estudios para mujeres, yo ya había sacado todo eso de mi mente para
no usarlo jamás. Antes tenía 14 aconsejadas y ya predicaba en la Reunión de
Damas de la iglesia.
Meses después,
iniciamos una “iglesia desde cero”, que es donde estamos hasta hoy, hace ocho
años ya.
Pude prepararme cada
vez más para ser mejor maestra, hablarles de la Biblia libremente a los
adolescentes y jóvenes integrando principios a mis asignaturas. Esa escuela ha sido un hermoso refugio que
Dios ha provisto para consuelo y ánimo a nuestra familia. Yo estuve ahí por
cinco años, hasta que por gracia de Dios salí embarazada. Mi esposo va ya por
su séptimo año laborando ahí como encargado de Disciplina de la escuela, donde
ha sido de gran bendición a alumnos y sus padres por su formación pastoral.
Desde que nació mi
hijo, mi familia se ha convertido en mi ministerio principal. Aunque estaba
dispuesta a discipular, las mujeres no quisieron “pagar el precio” de venir a casa. Así que solo ayudaba a mi
esposo con visitación y enseñé en la escuela dominical.
La iglesia caía en un
letargo y era obesa espiritual, pues tenía mucha enseñanza, pero poco fruto. De
esta forma tuve necesidad de compartir con otras personas y siempre oré por
practicar mi talento para escribir y de hablar en público para ministrar a las
mujeres.
Ahí encontré los blogs
en internet, de donde leía mucho, y seguí por varios meses para poder hacer uno
propio. Y encontré entre ellos El Viaje
de Una Mujer, que semanas después iniciaría los estudios de GMG en EspaÑol.
Iniciamos un grupo de
80 mujeres de todas partes del mundo. Ahora seguimos juntas 33, que son de gran
apoyo a mi vida, son mis amigas, mis confidentes y compañeras en oración. ¡Ya
no concibo mi vida sin ellas!
Hay viudas, casadas, misioneras
en la ciudad y con los indígenas, hijas de pastor, solteras, recién casadas, con hijos jóvenes y
pequeños, esposas de pastores, amas de casa, reposteras, y además, de todas
personalidades: las dulces y las no tanto, las graciosas, las maestras, las
serias, las amorosas, las detallistas, las “platiconas”, las sabias, en fin,
Dios nos hizo, y nos reunió por la red, por eso esta serie se llama “conexiones
divinas.”
La gran mayoría no nos
conocemos personalmente, pero chateamos o nos comunicamos por whats app,
hablamos por skype, y somos grandes amigas.
En este inter, empecé
a colaborar con Edurne en su blog, los lunes por poco más de medio año. Luego
me retiré porque tuve muchos problemas de salud con mi pequeño, y eso absorbía
toda mi energía e inspiración.
Hasta que Dios puso en
mi corazón iniciar mi blog “Con Visión de Hogar” para ministrar a las mujeres
desde mi casa, en abril de 2013. Este espacio está inspirado en
ayudar a otras esposas y madres a tener un hogar que cumpla con las
expectativas para el que fue creado.
Cabe destacar que
aunque la mujer que esté dedicada al hogar, también opina y participa en la
edificación de la sociedad. Formar vidas e influirlas es valioso, más allá de
limpiar y cocinar.
No es exactamente un
blog cristiano, que solo hable de cosas espirituales, pero sí escrito por una
hija de Dios que vive en el mundo, convencida de que el ama de casa necesita
profesionalizarse para que a nuestros seres queridos les encante
permanecer, que viva la Palabra de Dios.
Por su parte, al
quinto año de su fundación, nuestra iglesia sufrió varias divisiones, solo
quedaron cinco familias. Mi esposo sigue pastoreando, y ha sido difícil, pues
en ocho años, la iglesia no sustenta por completo, pero exige mucho y el
cuidado no es recíproco.
Sé que no somos los
primeros ni seremos los últimos en tener estas experiencias en el ministerio,
pero no dejo de ser humana y que duelen las imprudencias y desconsideraciones
de las ovejas.
Los últimos dos años
hemos reducido las actividades eclesiales al mínimo, y trabajando a pulso en
sanar nuestro corazón, re-definiendo nuestras convicciones espirituales y
dándonos un respiro necesario para continuar, pues tenemos un llamado para
servir a nuestro Dios.
Estamos muy contentos
como familia, poniendo prioridades en orden, igual servimos compartiendo con
familiares y amistades que no conocen de Dios, que hace años no veíamos por
estar en la iglesia todo el tiempo.
Hemos llegado a la
conclusión que a Dios se le sirve todo el tiempo, de todas formas posibles,
compartiendo con quien el Señor ponga en tu camino, o en la red, y Él es fiel
para usarte siempre que tengas un corazón dispuesto.
Cuidando tu
integridad, deja que el mundo ruede y hable ;)
Un placer compartir
con ustedes.
Gracias Karli por
organizar esta serie.
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