jueves, 26 de junio de 2014

Una y otra vez.


 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo,
como si Dios rogase por medio de nosotros;
os rogamos en nombre de Cristo:
Reconciliaos con Dios.
2Co. 5.20.

          Haciendo el devocional, me abrió los ojos en algunos detalles que no había visto, así que decidí hacer un estudio de este versículo.

         Inicia fuerte señalando que tenemos un encargo, y no con cualquier título. Que los creyentes somos Embajadores de alguien importantísimo: de Cristo.

         Secularmente, la definición de embajador es “un diplomático que representa al Estado que lo nombra, cerca de otro Estado”.

         En base a lo anterior, entonces nosotros somos embajadores del Hijo de Dios, y el estado que representamos es el Celestial, pero con oficinas en la Tierra.

         Dios ha tomado cuidado de que tengamos la preparación pertinente para hacer nuestras funciones con excelencia:

2 Co 3.6 a .- pues él nos ha capacitado para ser servidores
de una nueva alianza, basada no en una ley, (DHH).

        ¡Nos ha dado Su Espíritu Santo!
       
         En la siguiente frase del versículo, precisa nuestro deber "como si Dios rogase por medio de nosotros".
         “Como si (…)”, imaginemos cómo predicarían los profetas de la antigüedad y Cristo  en Su llamamiento a la reconciliación con Dios, echémonos un clavado a la Biblia y recordemos esto.

         Era con desesperación, contundentes, perseverantes, con súplicas: “¡Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado!” gritaba Juan el Bautista, “clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino” (Jon. 3.8) decía Jonás, “¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle” (1R. 8.21) argumentaba Elías… “arrepentíos, y creed en el evangelio” ( Mar 1.15) decía el mismo Jesús.

         Esto me hace pensar si a lo mejor no he rogado lo suficiente cuando predico, aunque sé que la obra es del Espíritu Santo para Salvación.

        ¿Predico en toda circunstancia?

Ef 6.20.- Ahora estoy encadenado, pero sigo predicando este mensaje como embajador de Dios. Así que pidan en oración que yo siga hablando de él con valentía, como debo hacerlo. (NTV)

         Y concluye el pasaje principal de este estudio, diciendo que debemos hacer un llamado: hablar de la enemistad con Dios, hay que atraer los ánimos desunidos, renconciliar.


        Por último, te dejo esta porción que conmovió mi alma.

Job 33.22-29.- Están a las puertas de la muerte;
los ángeles de la muerte los esperan.
 »Pero si aparece un ángel del cielo
—un mensajero especial para interceder por una persona
y para declarar que es recta—
 él le tendrá compasión y dirá:
“Sálvalo de la tumba,
porque he encontrado un rescate por su vida”.
 Entonces su cuerpo se volverá tan sano como el de un niño,
fuerte y juvenil otra vez.
 Cuando él ore a Dios,
será aceptado
y Dios lo recibirá con alegría
y lo restaurará a una relación correcta.
 Declarará a sus amigos:
“Pequé y torcí la verdad,
pero no valió la pena.
Dios me rescató de la tumba
y ahora mi vida está llena de luz”.
 »Así es, Dios actúa de esa forma
una y otra vez por las personas.
 Él las rescata de la tumba
para que disfruten de la luz de la vida. (NTV)
          
           Una y otra vez, así debo suplicar en nombre de Jesús.

          Gracias por Tu Palabra preciosa Padre Celestial, ayúdame a tener sabiduría para poder ser una digna embajadora tuya y rogar como Tú a las personas, para que se reconcilien contigo y lleguen a Tus pies. En nombre de Jesús, amén.

Por Su gracia:
Jéssica M. Jiménez Barragán.

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