Porque
como pecado de adivinación es la rebelión,
y como
ídolos e idolatría la obstinación.- 1
Samuel 15.23 a.
La adivinación e
idolatría se ven como pecados “groseros” por decirlo coloquialmente. Pero al
ser comparados con la rebelión y obstinación, suena bastante fuerte.
La rebelión es
sublevar, levantar a alguien haciendo que falte a la obediencia debida. Oponer
resistencia. Desleal.
La obstinación es
terquedad, muy duradero o persistente.
En resumen, es
querer hacer nuestra voluntad de forma muy férrea, en lugar de obedecer los
mandamientos y el plan de Dios.
¿Cuántas veces he
sido rebelde y obstinada? Muchas.
A veces
observamos a nuestros hijos que son tercos, pues nos parecemos a ellos haciendo
rabietas, solo que no nos estamos viendo.
Mas
antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios?
¿Dirá
el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?
Rom. 9.20.
Cuando quiero
hacer mi voluntad, busco el mal:
El rebelde no busca sino el mal, Prov. 17.11 a.
Veamos un ejemplo
sobre la manera de ser necios y endurecer nuestro corazón, sucedido al pueblo de Dios:
Pero no quisieron escuchar, antes
volvieron la espalda,
y taparon sus oídos para no oír;
y pusieron su corazón como diamante, para
no oír la ley ni las palabras que
Jehová de los ejércitos enviaba por su
Espíritu, por medio de los profetas primeros;
vino, por tanto, gran enojo de
parte de Jehová de los ejércitos.
Y aconteció que así como él clamó, y no
escucharon, también ellos clamaron,
y yo no escuché, dice Jehová de los
ejércitos;
Zac.
7.11-13.
Según el diccionario,
diamante significa, en griego, inalterable. Es el
material natural más duro conocido hasta el momento.
Imagínate esta
descripción de nuestro corazón cuando estamos parados en la terquedad, nuestro
corazón duro, sin querer opinión contraria, queriendo que se haga lo que deseo.
Ante tal panorama, Dios decide no volver a escuchar.
Dicen las
palabras de Moisés:
Porque
yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz; he aquí que aun viviendo yo con
vosotros hoy,
sois rebeldes a Jehová; ¿cuánto más después que yo haya muerto?
Dt. 31.27.
Qué poco respeto hemos tenido a figuras de autoridad alguna vez en
nuestra vida: maestros, padres, jefes, esposos, consejeros espirituales,
pastores, etc. Moisés conocía su redil, y parafraseándolo es como si dijera: Si
estando yo, así se portan… imagínense cuando yo ya no esté. :O
Llega a tal grado nuestra necedad, que Dios nos deja hacer lo que
deseemos.
Los
dejé, por tanto, a la dureza de su corazón;
Caminaron
en sus propios consejos. Sal. 81.12.
Pero tenemos una hermosa porción en que hay un ejemplo de alguien obediente
y fue bendecido por Dios: Isaías.
Jehová el Señor me dio lengua de sabios,
para saber hablar palabras al cansado;
despertará mañana tras mañana,
despertará mi oído
para que oiga como los sabios.
Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no
fui rebelde,
ni me volví atrás.
¿Quién hay entre vosotros que teme a
Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas
y carece de luz,
confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.
Is.
50.4, 5, 10.
Confiar en el gran Dios que tenemos y el propósito para nuestra vida, es
la mejor opción que tenemos.
«Mis
pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos
—dice
el Señor—.
Y mis
caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse.
Pues
así como los cielos están más altos que la tierra,
así
mis caminos están más altos que sus caminos
y mis
pensamientos, más altos que sus pensamientos. Is. 55.8, 9. (NTV)
Señor, ayúdame a ser esforzada y
que disponga mi corazón a obedecer en todo lo que tienes para mi vida.
Mas él
herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Is. 53.5.
Yo, yo
soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus
pecados. Is. 43.25.
Así sea.
Por Su Gracia:
Jéssica Jiménez.
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