jueves, 1 de mayo de 2014

Ser trabajador y cristiano.

           Hoy que es 1 de mayo, este pasaje se me hizo adecuado, para hablar del testimonio en un trabajo secular, donde podemos ser luz de Cristo siendo prudentes y sabios.
Ef. 6.5-8.-  Siervos, obedeced a vuestros amos
terrenales con temor y temblor,
con sencillez de vuestro corazón, como a Cristo;
no sirviendo al ojo,
como los que quieren agradar a los hombres,
sino como siervos de Cristo,
de corazón haciendo la voluntad de Dios;
sirviendo de buena voluntad,
como al Señor y no a los hombres,
sabiendo que el bien que cada uno hiciere,
ése recibirá del Señor,
sea siervo o sea libre.

Analizaremos cada aspecto de este pasaje.
ü    OBEDIENCIA.- Nuestra actitud ante los jefes debe ser de respeto y sin contención en nuestro corazón, como si Dios mismo nos estuviera dando las órdenes.

Rom. 13.1.- Sométase toda persona a las autoridades superiores;
porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay,
por Dios han sido establecidas.

Alguna vez tuve una jefa que no tenía actitud correcta, pero estaba segura que Dios quería que yo trabajara en ese lugar, así que siempre traté de ser obediente, diligente, tener buena actitud, oración y preguntar a Dios qué quería enseñarme a través de ella.

Rom. 12.18.- Si es posible, en cuanto dependa de vosotros,
estad en paz con todos los hombres.

Por su parte, hay que ser diligente, que no sea necesario que me estén recordando lo que debo hacer. En tu contrato deben venir tus responsabilidades, ténlas a la mano haciendo una lista y verifica continuamente que no te falte nada.

         Si hay alguna actividad difícil para ti, pide una vez asesoría, tomando notas con detalle para aprender lo más pronto posible tus tareas sin necesidad de molestar a otros que también tienen sus labores propias.

La puntualidad es muy importante, ya que habla de tu responsabilidad, dominio propio y disciplina.

ü INTEGRIDAD.- (v. 6) Aun cuando nadie me esté viendo o quién esté al lado mío, debo hacer mi trabajo completo y con excelencia, ya que recibiré un salario por ello.

Hacer mi trabajo como Dios quiere que lo realice, con amor, mi mejor ánimo y desempeño.

Si a la empresa le va bien, Dios te bendecirá igual.

No hables mal de tu jefe o compañeros de trabajo. Si hay algo qué aclarar respecto de las labores, trátalo con la persona con respeto y amabilidad; si no ves resultados y te afecta, informa a tu superior.

Si no te parece el salario o las condiciones de trabajo, ora al Señor para que te provea de un empleo mejor en otro lugar, antes de murmurar o quejarte.

ü RESULTADO.- (v.8) Bendiciones de parte de Dios, me gusta el versículo final que dice “sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor.”

Recordemos que Él está al tanto de cada actitud, pensamiento, palabra o acción, y aunque creamos que nadie lo valora, el Señor sí lo ve, y si estamos bien delante de Dios, Él se encargará de darnos gracia con los hombres.

Con nuestro ejemplo piadoso delante de Dios en el trabajo, hará que me pregunten por qué soy diferente y abrirá una oportunidad de hablar de la salvación.

Espero que te haya servido esta reflexión, que aunque es un tema común, es necesario que sea relacionado con nuestra posición como hijas de Dios en todo lugar en que nos encontremos.

1 Pedro. 5.6, 7.- Humillaos, pues,
bajo la poderosa mano de Dios,
para que él os exalte cuando fuere tiempo;
echando toda vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene cuidado de vosotros.

Por Jéssica Jiménez de Beltrán.

 Escrito para  el blog  El Viaje De Una Mujer.
                      

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