miércoles, 14 de mayo de 2014

Viviendo dignamente.


Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan 
de una manera digna del llamamiento que han recibido,  siempre humildes 
y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. 
Esfuércense por mantener la unidad del 
Espíritu mediante el vínculo de la paz. Ef 4.1-3. (NVI)


Ustedes que no están presos por causa de Cristo ¡vivan dignamente! Es el ruego de Pablo.
Nosotros no estamos siendo perseguidos por vivir nuestra fe y no obedecemos.
Analicemos las palabras clave de este pasaje:

                 1)    DIGNO.- Excelencia, realce, decoro de las personas en la manera de comportarse.

                 2)    HUMILDES: Virtud que consiste en el conocimiento de las propias limitaciones y debilidades y  obrar de acuerdo con este conocimiento.

                 3)    AMABLES.- Digno de ser amado, afectuoso, afable.

                 4)    PACIENTE.- Capacidad de padecer o soportar algo sin alterarse. / Capacidad para hacer cosas pesadas o minuciosas. / Facultad de saber esperar cuando algo se desea mucho. / Tolerancia o consentimiento en mengua del honor.

                 5)  TOLERANCIA.- Sufrir, llevar con paciencia. / Permitir algo que no se tiene por lícito, SIN aprobarlo expresamente. /Respetar las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes  o contrarias a las propias.

    Es clave la palabra “Esfuércense” para tener unidad. Dios sabe nuestras debilidades y que la falta de humildad, amabilidad, paciencia y tolerancia “en amor”, no en resignación y con amargura.

    Como esposa de pastor, hemos padecido tristemente la falta de unidad, como en muchas iglesias, lo que me ha llevado a la amargura y rencor. Aunque creo me Dios me ayudó a portarme dignamente con esas personas, tengo paz en mi corazón por eso. Me ha costado bastante el amor al prójimo, pero ahí voy, paso a paso de la mano de Dios.

    Una manera de mostrar humildad es mostrando vulnerabilidad y buscar recursos que me ayuden en mi trato con otros.

    No debemos dar lugar al diablo y a nuestra carne al tener distenciones entre nosotros y dividir iglesias y ministerios por querer que se les de gusto a cada uno. La Palabra de Dios siempre debe ser nuestra base.

    Te pedimos Señor que tengamos un corazón dispuesto para gozar plenamente de la libertad que tenemos al profesar nuestra fe, y cumplir con el mandamiento de amar a los demás y reflejar tu Espíritu en nosotros con los de adentro y afuera. Que Tu Paz gobierne nuestros corazones, en Cristo Jesús, amén.

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