viernes, 30 de enero de 2015

Secretos para disfrutar a la familia: sembrar obediencia y santidad.



Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón,
y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.
Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa,
y andando por el camino, y al acostarte,
y cuando te levantes.
Y las atarás como una señal en tu mano,
y estarán como frontales entre tus ojos;
y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas.
Dt 6.5-9.

Es muy simple, no se puede dar lo que no se tiene. Si no obedecemos a Dios, no le amamos, si no está la Escritura en mi corazón, si no estoy convencida de su eficacia, no la voy a poder transmitir correctamente. Primero debo cuidar mi relación con el Creador.

Una parte fundamental en la relación con nuestros hijos, depende en gran manera del ejemplo que les demos cada momento, si no es el adecuado, habrá contiendas en la familia y mensajes opuestos que los pequeños ven agudamente y te lo harán saber.

Mi hijo ha sido un gran motor para algunos cambios que me había resistido a hacer cuando no era madre. Pero con el paso del tiempo, viendo ya esa personita que desde bebé escucha el tono de voz, que siente el ambiente del hogar, puso un gran peso de responsabilidad en mi corazón para cuidar aun detalles. Mi hijo ha sido mi gran maestro, mi mejor escuela de integridad.


           Desde el versículo 4 al 9, se le denomina el “Shema”, que en hebreo es “oír”. Esta porción se rectaba diariamente como un credo por los judíos piadosos junto con Dt. 11.13-21 y Nm 15.37-41.

En este último pasaje me servirá para entrar más de lleno al tema:

Entonces el Señor le dijo a Moisés: 
«Da las siguientes instrucciones
al pueblo de Israel: en todas las generaciones 
venideras harán borlas
al borde de su ropa y las atarán con un cordón azul. 
Cuando vean las borlas, recordarán y obedecerán todos 
los mandatos del Señor,
en lugar de seguir sus propios deseos 
y contaminarse, tal como es su tendencia. 
Las borlas los ayudarán a recordar
que deben obedecer todos mis mandatos y 
ser santos a su Dios.
Yo soy el Señor su Dios que los sacó de 
la tierra de Egipto para ser su Dios. 
¡Yo soy el Señor su Dios!».

Sus vestiduras les ayudarían a “recordar que deben obedecer todos mis mandatos y ser santos a su Dios”, (me encanta el sentido de propiedad que el Creador siente de Su pueblo escogido).

Según comenta el escritor William MacDonald**, “Dios quería que Su pueblo tuviera una condición moral correcta cuando entrara a la tierra prometida. Para que disfrutaran la tierra como Dios deseaba, tenía que ser un pueblo obediente”.

¡Qué simple, pero qué impresionante! Para poder disfrutar de la abundancia que el Señor quiere ofrecernos, necesitamos cumplir Su voluntad, si queremos disfrutar de una familia y de unos hijos que honren al Padre, hay que obedecer.

Y aquí inician las ideas para que los deseos de Dios perduren:
             ©     Y las repetirás a tus hijos,
©  y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes”.

El primer punto se refiere a memorizar y enseñar principios espirituales a tus hijos, en devocional familiar, con un tiempo especial que dediques a instruirles. Esto implica administración de tus quehaceres diarios para prepararte y estudiar.

Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?,
Ex 12.26.

Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: 
¿Qué significan los testimonios y estatutos 
y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó?
Dt 6.20.

Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras,
que pueden darte la sabiduría necesaria para la
salvación mediante la fe en Cristo Jesús. 2 Tim 3.15  (NVI)

Encontré un dato interesante como método de enseñanza en los tiempos del Nuevo Testamento. Cuando un niño acudía a la escuela por primera vez, bajaba a la sinagoga y recibía una tableta untada de miel y con pasajes de la Palabra escritos en ella. El niño tenía que reseguir las letras en la miel con su pluma, y era natural chupar la punta de la pluma mientras estaba en ello.

Parece que era una costumbre antigua a la que hace referencia el rey David en este Salmo: *

La reverencia al Señor es pura,
    permanece para siempre.
Las leyes del Señor son verdaderas,
    cada una de ellas es imparcial.
Son más deseables que el oro,
    incluso que el oro más puro.
Son más dulces que la miel,
    incluso que la miel que gotea del panal.
Sal. 19.9-10 (NTV).

¡Qué hermoso! Hay que apasionarnos con ello, ser creativas y el Espíritu Santo nos da la sabiduría y las palabras adecuadas cuando queremos agradar al Señor.

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre
enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas,
Jn. 14.26 a.

 No hay pretexto, hay recursos atractivos y gratis o baratos en las Sociedades Bíblicas y por medio de la web, para no ir más lejos, en esta página de Ama a Dios Grandemente.


El segundo punto implica el testimonio en todo momento de nuestro diario vivir. Mientras más nos alimentemos espiritualmente, más deseosos estaremos de comunicar estas riquezas a nuestra familia.

Por último, viene el versículo 6.8, que manifiesta que aten los mandatos en la mano y en la frente como un recordatorio.

La intención del Señor fue que sus hechos (en la mano) y sus deseos (entre los ojos) fueran controlados y tamizados por las Escrituras.

Cabe destacar que esta porción dio lugar a las filacterias, que son tiras de pergamino donde se escribían preceptos de la Palabra de Dios, los cuales se encerraban en cajitas que eran atadas al brazo izquierdo o en la frente con lazos.


El concepto de filacterias se deriva del griego que significa medio de protección, da la idea de recuerdo, memoria.

La costumbre de llevar filacterias tuvo su origen en una interpretación literal de Éx. 13.9, 16 y Dt 6.8; 11.18, por parte de los fariseos en los tiempos de Cristo.

Finalmente, el versículo 6.9, señala: (estas palabras) “las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas”.

         Alguna vez leí que alguien platicó que era bueno tener cuadros con los pasajes favoritos adornando la casa de un creyente, pues era una manera de expresar su fe a otros y recordar constantemente las promesas de Dios.

Nada mejor que concluir con esta bella oración:

Me alegra seguir el camino de tus testimonios
más que poseer muchas riquezas.
 Siempre medito en tus mandamientos,
y fijo mi atención en tus sendas.
 Concédele a tu siervo una larga vida,
y obedecer siempre tu palabra.
 Ábreme los ojos para contemplar
las grandes maravillas de tus enseñanzas.
Sal.119.14, 15, 17, 18.   (RVC)

En nombre de Jesús, amén.









Este artículo fue escrito para el ministerio hispano Ama a Dios Grandemente.

Fuentes:
* Nuevo Manual de Usos y Costumbres de los Tiempos Bíblicos, R. Gower, Edit. Portavoz.
**Comentario al Antiguo Testamento. W. MacDonald, Edit. Clie.
***Biblia.

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