En el artículo anterior, estuvimos
revisando las acciones para ser una madre sabia, y hablamos que:
ü
Reconoce a Dios en todos los
aspectos de su vida.
ü
Respeta a la autoridad y
ü
Tiene sus prioridades en
orden.
Hoy
continuaremos con otras tres acciones:
ü
Escucha las opiniones de
otros.
Hay
que tener equilibrio en este tema. Como dice el versículo: Examinadlo todo,
retened lo bueno (1 Tes. 5.21).
No todas las opiniones de los demás son
verdad, pero si a tu hijo (a) no lo soporta nadie o todos los niños (as) le
sacan la vuelta, y aun adultos, es por algo ¿no crees?
Ora
a Dios y pídele que te ilumine siempre para poder ver esos “puntos ciegos”.
ü
Aprende de sus errores.
Hay caminos
que el hombre considera rectos,
pero que al
final conducen a la muerte.
Prov. 14.12 (RVC)
Cuando sabes que hiciste mal, hay que analizar en qué
fallaste y cambiarlo, si es necesario solicita ayuda.
Además, si debes pedir perdón, házlo.
Si les dijiste algo equivocado, es válido regresar y explicar
que tenías información errónea y que lo correcto es otra cosa.
ü
Corrige a sus hijos.
Si amas a tu
hijo, corrígelo;
si no lo amas, no lo castigues.
Prov. 13.24 (TLA)
Disciplina a tus hijos mientras haya esperanza;
de lo contrario, arruinarás sus vidas.
Prov. 19.18 (NTV)
El pecado se endurece y mientras más dure, es más difícil quitarlo, pero no imposible.
Eso sí, recuerda que si por ejemplo, duraste 3 años sin
corregir a tus hijos, no te extrañe que tardarás otros 3 años en volverlos al redil.
Veo tu cara, pero es verdad, lo he visto muy de cerca en varios casos. Si tardas
menos ¡qué bendición!
Es desgastante corregir, pero si nosotros no ponemos los
límites, solo Dios los pondrá.
Demos una pasadita por la historia de Elí y sus chiquillos.
Pero
Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y
cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de
reunión.
Pero
ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos
morir.
¿Por
qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el
tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo
principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?
1 S. 2.22, 25c, 29.
Oh, Dios es muy claro al señalar que Elí no hizo su parte.
La perseverancia, la disciplina, la instrucción y la oración
siempre son el secreto para que todo salga bien.
¿Pero si hiciste tu parte, y
tus hijos eligen mal?
Aun así, debemos esperar que
los hijos se equivoquen, pues no son máquinas. Sin embargo, hay que estar ahí
para el momento que decidan venir a nosotros después del error, como el padre
del hijo pródigo.
Ser mamá es un trabajo 24/7, mas será un gran galardón ver los resultados
con el paso de los años.
Porque este
mandamiento que yo te ordeno hoy no es
demasiado
difícil para ti, ni está lejos.
No está en el cielo, para que digas: ¿Quién
subirá por nosotros
al cielo, y
nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?
Ni está al otro lado del mar, para que digas:
¿Quién pasará por
nosotros el
mar, para que nos lo traiga y nos lo haga oír,
a fin de que lo cumplamos?
Porque muy cerca de ti está la palabra, en tu
boca
y en tu
corazón, para que la cumplas.
Mira, yo he
puesto delante de ti hoy la vida y el bien,
la muerte y
el mal;
A los cielos
y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros,
que os he
puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues,
la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
amando a
Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es vida para
ti, y prolongación de tus días;
Dt. 30.11-15, 20a.
Escojamos pues, la mejor parte.
Espero tus comentarios.
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Acciones para ser una madre sabia (parte 1)