Esta vez estaré rompiendo esquemas de lo que he escrito y te estaré hablando de lo que me dejó
pensando esta serie de televisión transmitida en varios países de
Latinoamérica.
Por desgracia, es sabido por todos que el fenómeno del
narcotráfico en México va en aumento y cada vez somos más personas que sabemos
de alguien cercano ha sido afectado o han sido víctimas del crimen organizado,
que, cabe mencionar, cada vez extiende más sus áreas de “negocio” (robo de
autos, trata de personas, cobro de paso en algunos pueblos, secuestro, etc).
A mediados de marzo empezó esta serie de Señorita Pólvora,
en el canal de TNT Latinoamérica, y vi los cortos y me atrapó desde el primer
capítulo.
Es una historia magistralmente escrita, actores con una gran
calidad histriónica en todo su reparto, con muy buena producción y musicalización. Una
muestra de que los medios masivos de comunicación pueden usarse para buenas
causas.
Trata de una joven hija de un joyero involucrado con la
mafia. La trama es que ella se propone vengar la muerte de su padre y limpiar
su nombre, pues ignoraba lo que hacía. El gran problema es que su madre le
ocultó que el hombre sí era parte de un cártel, que llevó como consecuencia que
la chica no pudo manejar su plan de infiltrarse en el narco y ayudar a la
policía y terminó asesinada también.
La mamá queda sin marido y sin hija por no decir la verdad y
hacerse de la “vista gorda” por amor,
ante la situación.
Muy cruel final, pero muy real. Muchas historias parecidas
que leemos o escuchamos en las noticias cada día.
Al quedar atónita cada capítulo y con el mini-documental con que concluyó la trama, me sirvió para
acordarme de una causa que yo promoví en
mis alumnos de Cultura de Legalidad y Derecho: Orar por la salvación de los
delincuentes, en especial por capos de la droga y los cárteles, y las víctimas
de delitos (cualquiera que sea).
No sé cuándo dejé de orar por ellos cada día cuando dejé de
trabajar. Nos arrodillábamos todos en el salón para clamar a Dios por estas
personas necesitadas de Su amor, salvación y perdón. Por consuelo para las
familias incompletas que quedaban con un profundo dolor y confusión en sus
corazones, que se vieron y me imagino
una gran sensación de miedo y zozobra.
Todos tenemos la capacidad de hacer las atrocidades
delictivas que vemos, pero cada quien, por su contexto, valores,
conocimiento, decisiones y falta de contentamiento,
entre otras numerosas circunstancias, podemos desviarnos del camino que Dios
quiere para nosotros.
Pero sabemos que el Señor es un caballero y nos permite
elegir otras opciones, con sus consecuencias. No es verdad que es imposible
salir del narco. Dios es misericordioso y da maravillosas segundas
oportunidades.
Cuando los caminos del
hombre son agradables a Jehová,
Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.
Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.
Prov. 16.7.
Reconócelo
en todos tus caminos,
Y él enderezará tus veredas.
Y él enderezará tus veredas.
No
seas sabio en tu propia opinión;
Teme a Jehová, y apártate del mal;
Teme a Jehová, y apártate del mal;
Porque será medicina a tu cuerpo,
Y refrigerio para tus huesos.
Y refrigerio para tus huesos.
Prov. 3.6-8.
Así que te invito hoy a unirte por esta causa:
-
Orar por la salvación de los delincuentes y sus
víctimas, por su salvación y restauración de sus vidas.
-
Por salvación y una protección especial para
policías, militares y autoridades, para que como siervos de Dios sean usados
como instrumentos limpios, les ayude a que su corazón les permita honestidad, integridad,
y sabiduría para decidir en justicia.
Sométase
toda persona a las autoridades superiores;
porque
no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay,
por Dios han sido establecidas.
De modo que quien se opone a la
autoridad,
a lo
establecido por Dios resiste; y los que resisten,
acarrean
condenación para sí mismos.
Porque los
magistrados no están para infundir temor
al que hace
el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y
tendrás alabanza de ella;
porque es
servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano
lleva la espada, pues es servidor de Dios,
vengador
para castigar al que hace lo malo.
Por lo cual es necesario estarle
sujetos, no solamente
por razón
del castigo, sino también por causa de la conciencia.
Rom. 13.1-5.
Te invito a que lo anotemos en nuestro cuaderno de oración y
lo compartas con tu familia e iglesias.
Recibe un abrazo fraternal.
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