Prov.
31.28 a.-Se levantan sus hijos
y la
llaman bienaventurada;
Conozco
testimonios de hijos (as) ahora jóvenes y adultos, que ni siquiera recuerdan su
infancia, otros que solo tuvieron
muestras de cariño y palabras de ánimo solo cuando fueron pequeños, que
sintieron que fueron una maldición para su madre, un estorbo para sus deseos
personales, incompatibilidad total, que fueron tratados con hostilidad,
palabras ásperas, gritos, actitudes iracundas, indiferentes a su vida,
criticados todo el tiempo, que su madre los abraza el día de su cumpleaños y
navidad...
Un
legado es como un testamento, aquello que se deja o transmite a los sucesores,
sea cosa material o inmaterial.
¿Te
has preguntado qué legado sentimental o espiritual deseas dejar en tus
descendientes? ¿Les has preguntado a tus retoños qué han aprendido de ti?
En
el original, “bienaventurada” significa recto, estar estable, correcto, feliz,
ir hacia adelante, ser honesto, prosperar (…)
El
pasaje inicial me invita al dominio propio, a la integridad, a ser justa, transparente,
temerosa de Dios, sabia, y que mi hijo se sienta amado por su madre y feliz
siempre con una sonrisa y paz cuando venga yo a su mente.
Definitivamente
no soy perfecta, ni estoy del otro lado, pero desde que tengo un hijo, siento
una necesidad muy fuerte en trabajar en
mis áreas débiles para no marcar negativamente al regalo que Dios me ha dado… y
ahí voy, los hijos son una desafiante escuela de la vida.
Me
ha ayudado bastante que la cara de mi pequeño dice mucho (igual que la mía :p )
y me doy cuenta si lo estoy lastimando o poniendo triste con mis actitudes o
palabras, de hecho, a sus dos años, ha aprendido también a expresar lo que le
molesta: “mamá no me gustó lo que me dijiste”, según el caso, le explico, o de
plano le pido perdón.
A
mí me gustaría que Santiago recordara
los siguientes destellos de su madre:
v
Que
sea una mamá con la que se pueda conversar.
v
Que
sienta que es importante ponerle atención cuando hable.
v
Que
sea sabia en darle consejos y recomendaciones, no juicios autoritarios.
v
Que
sepa sembrar convicciones en su corazón.
v
Que
sabe expresarle su amor y recibir el
amor de su hijo. Que se sienta muy amado.
Hay
mamás con personalidad evasora, que solo pueden dar, pero saben no recibir.
v
Que
hayan sido compañeros dedicando tiempo en actividades que le agradan, ver la TV
juntos, jugar, dibujar, cocinar…
v
Tratar
de no andar “a las carreras con ellos” esto les estresa mucho.
v
Que
guarde en su corazón los detalles de mamá, como prepararle un vaso de agua
fresca luego de salir de la escuela, y llevarle galletitas cuando esté
estudiando, mimarlo cuando está enfermo,
dejarle notitas…
v
Que
sienta mi apoyo y presencia en tiempos de angustia.
v
Que
le ayude a aceptarse a sí mismo como una creación de Dios única y especial y a descubrir
sus talentos, dones y a emprender retos.
v
Que
no sea quejumbrosa.
v
Que
disfrute de la vida y tenga gozo.
v
Hacer
agradable su estancia en casa, procurar un ambiente de armonía, felicidad,
refugio y paz.
v
Que
mis acciones digan más que mis palabras.
v
Que
sea su ejemplo de fe y confianza en el Señor.
v
Que
transmita un corazón sensible al ver la necesidad de los demás.
v
Que
fue “luchona”, fuerte, trabajadora, creativa y ocurrente.
v
Que
se sienta orgulloso de su mamá.
Encontré una hermosa frase que decía: “Las madres solas no existen. Las madres que han decidido amar a sus hijos jamás estarán solas.”
Y
creo que es verdad, si siembro una relación sana, no perfecta con mi querido, llevará a mamá en lo más profundo de su
corazón.
Prov.
31.29.- Muchas mujeres hicieron el
bien;
Mas tú sobrepasas a todas.
Sal.
139.1, 2.- Oh Jehová, tú me has
examinado y conocido.
Tú has conocido
mi sentarme y mi levantarme;
Has entendido
desde lejos mis pensamientos.
Ayúdame
a ser de bendición al regalo maravilloso que me encomendaste y líbrame de ser de
tropiezo para su vida, todo para tu honra y gloria. Amén.
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Desafío 3:
Desafío 3:
Escribe
una carta a cada uno de tus hijos. Cuéntales detalles de su vida, cómo fue su
nacimiento, anécdotas y recuerdos que estén grabados en tu memoria.
Háblales
también de cómo te sentiste tú, tus emociones. Cuéntales cuáles son tus anhelos
como madre, tus sueños, tus objetivos, lo que esperas para su futuro.
Compárteles tus oraciones por ellos, versículos que guían tu visión como madre.
Puedes darles la carta el día de su mayoría de edad, de su matrimonio, o
incluso guardarla para cuando tú faltes.
Tómate un tiempo para hacer de este
ejercicio algo especial, algo que atesoren cuando tú no estés. Que sea parte de
tu legado.
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No olvides visitar a mis amigas:
El próximo tema es: Mamá sana, familia sana.
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