lunes, 13 de mayo de 2013

Aprovechando bien el tiempo en la crianza



Ef. 5.16.- Aprovechen bien este momento decisivo, porque los días son malos. (DHH)
Hace dos años que desde a mediados de abril me pongo sensible y llorona, pues se acerca el cumpleaños de mi pequeño hijo, y recuerdo cada milagro que el Señor ha hecho y ha mostrado su fidelidad.
El jueves me puse a acomodar su armario y sacar ropa que ya no le queda, pues ha estado creciendo en los últimos dos meses gracias a Dios y a los doctores. Se me hacía tan pequeña, y pensar lo que esperé para ponerle varias prendas porque le quedaban ¡enormes!
Esto me hizo reflexionar en cómo el tiempo se va tan rápido y si lo aprovecho adecuada y eficazmente en la formación de mi hijo. El viernes cumplirá ya tres primaveras.
Hay varias áreas en las que debo enfocarme, como estar informada por medio de libros, revistas, médicos e internet cada etapa del chico sobre su salud física, habilidades mentales y motoras, desarrollo psicológico, social  y espiritual, porque así estoy atenta si me hace falta algo, voy bien o hay que reforzar algún aspecto.
Así detectaremos algún mal a tiempo y podemos prevenir un dolor de cabeza mayor. En su caso, reconocer si debo pedir ayuda de una persona entendida según el tema: doctor, terapeuta, psicólogo o líder espiritual.
En esta ocasión me voy a enfocar en el desarrollo psicológico, social y espiritual.
Según los expertos, “las etapas más críticas están en los primeros años, cuando se forma nuestro carácter”.
Prov. 22.6.- Enseña al muchacho al 
comienzo de su camino
y ni de viejo se apartará de él. (BLPH)

Debemos destacar que no se trata de hacer un clon de nosotros o un niño ideal o perfecto, sino que ser padres es “ser socios en la tarea de ayudar a los más pequeños a descubrir lo que Dios quiere para ellos y ayudarlos a llegar a la meta”.
Me encantó esta frase, confieso que en mi interior recóndito tenía este concepto erróneo y más, engañoso porque pensamos que es bíblico. Entendí que el Creador tiene un propósito para cada quien y desde el momento en que son humanos no puedo pedirle tampoco imposibles, pero sí marcar términos y condiciones.
Cloud y Towsend, en su libro titulado “Límites” señalan que si se tiene éxito en la formación de los “primeros tres años de vida significará una adolescencia más tranquila (¡pero no sin problemas!) y una mejor transición a la edad adulta.”
¡Qué tremenda declaración, solo tres años!
Lo que significa que ¿debemos esforzarnos? Sí. ¿…Que es cansado? ¡Por supuesto! Es una tarea continua, pues con cada decisión, con cada gesto y con cada palabra marcamos a nuestros hijos para bien o para mal.
Ec. 8.5.6.-  El que cumple con sus órdenes 
no sufrirá ningún mal,
y la mente del sabio discierne el mejor 
momento de cumplirlas, 
pues todo proyecto tiene su momento para realizarlo.

Gál. 6.9.- Así que no nos cansemos de hacer el bien. 
A su debido tiempo, cosecharemos numerosas 
bendiciones si no nos damos por vencidos. (NTV)

Un niño emocionalmente sano tiene las siguientes características:
v  Tiene buena autoestima, se acepta, aunque esté en proceso, no compite, no menosprecia a otros.
v  Tiene buenas relaciones con los demás, es justo, traza sus límites físicos y emocionales, no son agresivos, respetan y piden permiso.
           Hay que enseñarles que “no,  mío, mi  y a mí” no son malas palabras. “Con una crianza correcta basada en la Biblia, aprenderán (subrayo el tiempo futuro –Jéssica-) a hacer sacrificios y a desarrollar un corazón bondadoso y cariñoso, pero no antes de que tengan una personalidad que ha sido amada lo suficiente para poder dar amor”.
               Como por ejemplo, no obligarlos a que abracen y besen a quien no desean o que ni siquiera conocen, es su decisión.
v  Tiene identidad propia (sabe si es masculino o femenino).
v  Sabe para lo que fue creado y disfruta lo que hace, conoce su vocación.
v  Tiene buen rendimiento escolar, aprecia su trabajo, es productivo.
v  Se siente pleno y realizado.
v  Tiene comunicación abierta sobre todo con la familia.
v  Sabe expresar sus emociones positivas y negativas, reconoce si está triste, alegre, enojado, etc.
v  Apoyo mutuo en la familia, les animan y demuestran su confianza aun cuando fracasan.
v  Espiritualidad genuina.

Sal. 144.12.- Que nuestros hijos florezcan 
en su juventud
como plantas bien nutridas;
que nuestras hijas sean como columnas elegantes,
talladas para embellecer un palacio.

        Para lograr esa “finura” se necesita un trabajo minucioso y conocer a los hijos, lo que implica prioridades en orden.
”Sería sabio sacar el máximo provecho a nuestros limitados días.
No podemos cambiar la forma como hemos empleado el tiempo pasado. Pero desde este momento en adelante, podemos aferrarnos a la gracia de Dios en actitud de oración y determinación, y cumplir Su voluntad” en nuestra vida como padres y en la de nuestros hijos.
¡Buen inicio de semana y sigamos festejando el mes de las madres!


P.D. Finalmente, te invito a ver el siguiente video, que reforzará lo aprendido en el tema de hoy.





                                                                     
                        


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