miércoles, 22 de mayo de 2013

Mamá sana, familia sana.


Lc. 16.10, 11.- El que es fiel en lo muy poco, 
también en lo más es fiel;
y el que en lo muy poco es injusto, 
también en lo más es injusto.
Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles,
¿quién os confiará lo verdadero?

Desde que nuestro hijo nació, mi vida personal sufrió una embestida tremenda.
Se juntó el que tuvimos que cambiarnos al mismo tiempo para vivir en una casa más grande, quedé anémica y muy débil, con depresión post-parto,  con un hijo prematuro (muy llorón por cierto) que necesitaba cuidados especiales, estrenándome como mamá y después de mis 36 años de edad. (Y si se fijan todavía me falta añadir a mi esposo).
Frustrada porque no podía tener la casa ordenada y limpia como a mí me gustaba y la comida a tiempo, se me caían cientos de cabellos cada día, empecé a tener dificultades al hablar, dislexia al escribir,  la ira  a flor de piel mezclada con llanto por cosas absurdas, realmente pensé que estaba al borde de la locura.
Fue un año realmente horrible. Varias veces caí de rodillas en la sala de mi casa, clamando a Dios por que regresara la paz en mi vida.
Tuve que ir entendiendo que no podía rendir como antes porque no estaba bien mi salud. De hecho empecé a notar que si un día me sentía fuerte y animada y aprovechaba para limpiar  mucho, se incrementaban mis hemorragias uterinas, y recibí la instrucción de que debía estarme acostando varias veces al día.
En algún momento pensé que no estaba bien espiritualmente, porque no era lógico mi proceder.
Casi a los 10 meses,  desesperada porque no me sentía mejor, acudí a la medicina natural o herbolaria y  tuve una gran mejoría emocional y física.
            Todo esto pasó porque mi salud fue quebrantada fuertemente durante el parto, hasta la fecha (3 años después) no estoy dada de alta. Con el  tiempo he ido asumiendo las reacciones que sufrió mi cuerpo.
            De ahí la importancia de estar al tanto de nuestra salud física, emocional y espiritual.
Nos enrolamos demasiado en nuestro papel de esposas y mamás y nos olvidamos de nosotras.
El bebé sí va cada mes al pediatra y  con sus vacunas perfectas, pero tú tienes años sin ir a hacerte el papanicolau, checarte del colesterol, la glucosa ni ir al dentista.
            Otras veces que no es falta de actitud u organización ¡¡es porque estás enferma!!
O en su caso, nos llenamos de responsabilidades que superan nuestra capacidad física y emocional que caemos en cama.
O simplemente han pasado los años y ya no tenemos el mismo rendimiento que antes. Todo por servir se acaba…
Cuando estamos viendo que algo no anda bien, hay que parar y analizar e ir descartando cada área.
Primero es la física, de la cual muchas veces se desprende la emocional. Pero en otras, nuestras emociones se ven afectadas porque no tenemos las prioridades en orden.
Por supuesto que es importante que el esposo e hijos estén bien atendidos, pero requieren una mamá sana y felíz ¡somos las que ponemos el clima a la familia, el ambiente del hogar!
¿De qué les sirve la casa limpia y ordenada, la ropa lavada y planchada, comida de chef, si están histéricas, hostiles y estresadas? O quizás deprimidas porque hace mucho que no hablan con sus amigas, tienen sobrepeso y no son disciplinadas para hacer ejercicio, les están saliendo nuevas arrugas, hace mucho que no se maquillan, no se dan tiempo de peinarse muy bien y sentirse hermosas, como cuando eran solteras o recién casadas…
Por estos descuidos, no disfrutamos nuestra función de mamás y esposas y alejamos a nuestros amados.
Aquí algunos consejos:
v  Mantén tus prioridades en orden: Haz una lista de las cosas que te molestan y te ponen ansiosa. Luego revisa la manera de cambiarlas o eliminarlas.
v  El ejercitarnos físicamente equilibra las funciones de nuestro organismo, nos mantiene saludables, da energía y reduce el estrés y la depresión. Sé que lo hemos escuchado cientos de veces, pero necesitamos recordarlo para ser perseverantes.
v  Organiza tus quehaceres domésticos, no limpies todo, todos los días (valga la redundancia). Divide los quehaceres que son necesarios diariamente, cada tercer día, cada semana y cada mes.
v  Aparta una hora diaria para ti, por las tardes, en el que no pienses lo que debes hacer, sino una actividad que no implique esfuerzo físico o mental. Enseña a tus hijos y esposo que mamá debe descansar.
v  Haz lo imposible para respetar tus horas de sueño. Si te desvelas, se desestabilizan 10 hormonas.
v  Toma tus 8 vasos de agua al día y come saludable.
v  Sé disciplinada en alimentarte a tus horas.
v  Haz un horario mensual en el que involucres actividades domésticas, familiares y personales para ayudarte a mantener el equilibro.
v  fiel en tus chequeos médicos y en tomarte tus medicinas.
v  Cuida tu apariencia física.
v  Revisa, acomoda y/o desecha lo que no uses periódicamente, en cajones, armario, alacena, escritorio, auto, etc. El orden trae paz mental.
v  Escribe tu plan personal de vida (independientemente de ser esposa y mamá) y planea cuándo y cómo lograrlo.

Pero no solo de mente sana en cuerpo sano, también es necesario cuidar nuestro crecimiento espiritual.
A veces estamos muy preocupadas por criar buenos hijos, pero definitivamente no podemos dar lo que no tenemos.
Cada quien va a dar cuentas por su crecimiento, es necesario el examen diario, la confesión, el discipulado, rendición de cuentas, fomentar amistades edificantes para ti y la lectura de la Biblia y de buenos libros cristianos (si quieres recomendaciones de títulos según el área que quieras trabajar escríbeme un inbox).

Juan 3.30.- Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.

El crecimiento no es una opción, es una necesidad.
Debo enfocarme en mi propia madurez.

Fil 3.12.- No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya
alcanzado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección
para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo (NTV).

La madurez se mide por las siguientes características: (Responde en cada uno si eres madura o inmadura).
Ø  Por la capacidad de llevarnos bien con los demás. (Jn. 17:21)
Ø  Por el grado de contentamiento  (Fil. 4:11-12), 1 Tim. 6:6).
Ø  Por la habilidad de gobernar nuestro espíritu y controlar nuestras emociones -  amor u odio (Prov 16:32).
Ø  Por el grado en que hemos erradicado la soberbia y otros conflictos atormentadores. (Rom.12:3).
Ø  Por cuánta paciencia poseemos – habiendo sometido la imprudencia y la critica (Prove. 18:13, Is. 32:4).
Ø  Por cuán perseverantes somos – no con altibajos, sino constantes “todo el tiempo” (Hech. 20:18).
Ø  Por nuestra habilidad de controlar la lengua. (St. 3:2).
Ø  Por el grado de santidad que tenemos. (Mt. 7:20-23).
Ø  Por cuanto tenemos del espíritu de siervos.  La humildad es el distintivo de la grandeza. (Mar. 10:43-45).
Ø  Por nuestras actitudes hacia la autoridad. La malas actitudes revelan que desafiamos al Señor (Ezequiel 3:7).
Ø  Por el dominio sobre nuestra vida pensante. Toda batalla se pierde o se gana en la mente (1 P. 1:13).
Ø  Por una discreta administración de nuestras finanzas. El manejo del dinero comprende conciencia y carácter. (Lc. 16:1011).
Ø  Por las veces que hemos dejado de decir: “Eso no es justo” (Gn 45:5-8, 50:20).
Ø  Por nuestra gratitud. (Ef. 5:20, 1 Tes. 5:18).
Ø  Por reconocer lo mucho que no sabemos. Los inmaduros tienen todas las respuestas. (1 Co. 8:2).
Ø  Por nuestra habilidad de manejar el rechazo – con entendimiento y perdón. (Hechos 5:41).
Ø  Por la forma en que reaccionamos a los retrasos (Sal 40:1-2, Is 64:4).
Ø  Por nuestra habilidad de manejar el fracaso personal o lo que tiene esa apariencia. (1S 30:6, Is. 49:4).
Ø  Por nuestra habilidad de enfrentar la pérdida de algo. (Job 1:21).
Ø  Por nuestra habilidad de manejar el éxito. (Dt. 8:11-14).
Ø  Por nuestra habilidad de manejar la hostilidad que otros nos dirigen. (Rom 12:17-21).
Ø  Por cuanta sabiduría hemos acumulado. (Prov 4:7, Lc 2:52).
Ø  Por cuanto amor poseemos. (Col. 3:14).
Ø  Por los responsables y confiables que somos, y por cuanto tememos al Señor. (Neh. 7:2).
Ø  Por nuestra habilidad de administrar el tiempo. (Sal. 90:12, Ef. 5:15-17).
Ø  Por nuestra actitud hacia los hermanos caídos—estando limpios de la actitud de “te lo dije” (Gál 6:1).
Ø  Por conocernos bien, incluso como Dios nos conoce (1 Co.13:12, Mt 7:1-5).            

¿Cuántas fueron tus respuestas inmaduras? Pues aquí tienes ya una lista de por dónde empezar a trabajar.
Mucho ánimo, pues hay un gran desafío para cuidarnos física, mental y espiritualmente y cumplir con nuestro compromiso con Dios, como esposas y mamás.
No es fácil, pero tampoco imposible,  llevo ya casi 6 meses que por gracia de Dios, estoy siendo más ordenada y cuidándome mejor.

¿Aceptas el reto?

DESAFÍO SEMANA 4.-
*Haz una tabla con los días de la semana y un horario en el que todos los días tengas por lo menos una hora para ti y una tarde a la semana para hacer lo que te guste (salir de paseo sola, visitar a una amiga, arreglarte las uñas, ponerte mascarillas, hablar por teléfono, tomar una siesta, etc.)
-En esta misma gráfica marca los días en que has hecho ejercicio.

*Medita la manera en que te gustaría desarrollarte como persona independientemente de ser mamá y esposa.


Visita a mis amigas en sus blogs: 

                                               Trisha



                                                                        Edurne

                                                 Wendy











2 comentarios:

  1. amiga, realmente tocaste mi corazón :) Tengo mucha tarea por hacer entonces ;) gracias por ser la voz de Dios para mi en este momento, te quierooo!!!

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  2. Pues gracias a Dios querida Karla, me alegra que haya sido útil para ti y tu familia ;)

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