Durante
estas semanas hemos estado estudiando cinco características de una lengua dulce
agradable a ojos y oídos de Dios:
ü
La palabra limpia (Ef. 4.29),
ü
Buena (Col. 4.6),
ü
Agradecida (Ef. 5.4),
ü
Sabia (Ec. 10.12)
ü
y Clemente (Prov. 31.26).
Pero
¿qué más podemos hacer para lograr ese postre maravilloso, que es la lengua dulce que agrade a Dios?
Termino
con estos puntos importantes y prácticos para afinar esta área de nuestra vida
espiritual.
1.- Hay que reconocer nuestro pecado y decidir no hablar iniquidad ni engaño.
Debo confesar y apartarme de los pecados que he cometido a través de mi lengua,
como lo hizo Job:
Job. 27:4-6.- 4 Mis labios no hablarán iniquidad, Ni mi
lengua pronunciará engaño. 5 Nunca tal acontezca que yo os justifique; Hasta que muera,
no quitaré de mí mi integridad. 6 Mi justicia tengo asida, y no la
cederé;
No me reprochará mi corazón en todos mis días.
2.-En
segundo lugar, tenemos que guardar el
corazón, porque recuerda que lo que sale de la boca, del corazón sale, y
esto contamina al hombre.
Mt. 15:18-20.-Pero
lo que sale de la boca, del corazón sale;
y esto
contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los
homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos
testimonios, las blasfemias.
Estas cosas son las que contaminan al hombre;
pero el comer
con las
manos sin lavar no contamina al hombre.
Otra
razón para hacerlo es porque de él mana
vida (Prov. 4:23). Si tenemos un
corazón limpio se reflejará en lo que platicamos.
Prov. 22:11.- El que ama la limpieza de corazón, Por
la gracia
de sus labios tendrá la amistad del rey.
3.-
Finalmente, GUARDAR LA LENGUA, y procurar que nuestras
expresiones sean conforme a las Escrituras, para glorificar a Dios.
Prov. 13.3.- El
que guarda su boca guarda su alma;
Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
Sal 34.13, 14.-
Guarda tu lengua del mal, Y tus labios de hablar engaño.
Apártate del mal, y haz el bien; Busca la paz, y síguela.
“La
Biblia a menudo relaciona el temor a Dios con la obediencia. «Teme a Dios, y
guarda sus mandamientos» (Ec.
12.13). «El que no me ama, no guarda mis palabras» (Jn 14.24). “
La
reverencia involucra obedecer a Dios en nuestra forma de hablar y en la manera
en que tratamos a otros.
Heb. 13.15.-Así
que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es
decir, fruto de labios que confiesan su nombre.
Sal. 37: 28, 30 y 31.- 28 Porque Jehová ama la rectitud, Y no
desampara a sus santos. Para siempre serán guardados;(…) 30 La boca del justo habla sabiduría, Y su lengua habla
justicia. 31 La ley de su Dios está en su corazón; Por tanto, sus pies no
resbalarán.
El Señor se deleita cuando hablamos cosas agradables y rectas, y te ofrece que el sabor de tu vida será delicioso, porque será guiado por Él.
Por Jéssica Jiménez de Beltrán.
Escrito para el Blog El Viaje de Una Mujer.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡Anímate a comentar! Tu opinión es importante.