Gál. 6.2.- Sobrellevad los unos las
cargas de los otros,
y cumplid así la
ley de Cristo.
El sábado pasado
fui a mi Diplomado de Consejería Bíblica, y crucé palabra con una compañera que
se llama Beatriz, mientras preparábamos nuestro respectivo café antes de
iniciar la clase.
Durante la mañana, ella circunstancialmente
se enteró de que a mi hijo le harán una segunda cirugía, y acercó a mí más
tarde, con una nota que decía:
"Si tuviera ahora una 'varita
mágica' ¿qué me pedirías?:
*Paz y calma.
*Valor."
Después de leer, yo
la miré extrañada con expresión de interrogación . Su rostro era con una
sonrisa como temerosa mirándome fijamente. Me imagino que debió ser por la cara
que toda la vida me dicen que tengo de que doy miedo.
Y volví a leer, y a pesar
de que estaba tan clara la pregunta, me sorprendió que no me hablara y solo me
hacía la seña de que leyera y le contestara.
Después de como un
minuto, le respondí: "Paz y calma".
Y me dijo:
"¿Me permites que te aplique un medicamento?" Pues ella es
profesional de la salud.
-"Sí,
claro".
Y fue increíble
cómo sentí de inmediato un alivio. Luego, le compartió también a mi esposo de
su remedio.
Posteriormente, nos comentó: "Hace rato que escuché que van a
estar en esta situación angustiosa por la que va a pasar su hijo, Dios puso en
mi corazón poder ayudarles un poquito con lo que yo sé. Se sentirán
mejor.
También quiero
preguntarles si me permiten acompañarles en el hospital el día que vayan a
operar a su hijito y además voy a estar sosteniéndoles en oración."
¡Nos dejó helados y
conmovidos! Se nos saltaron las lágrimas. Apenas si nos hemos saludado con ella
y fue tan amable, creativa y movida en compasión para ser un bálsamo de
consuelo, siendo un instrumento de Dios.
¡Fue tan práctica! Pues no
solo nos ayudó espiritualmente, sino físicamente. Se puso en nuestros zapatos
sin nosotros haber dicho una palabra.
Aparentemente, hemos
estado más fortalecidos como papás, no he tenido insomnio como la otra vez, ni
me la he pasado llorando por las noches, pero el Señor sabía lo que
necesitábamos aunque no nos dimos cuenta.
La compasión es sentimiento de conmiseración que se tiene hacia quienes sufren
penalidades o desgracias.
Dios establece como mandato ser compasivo:
1 P. 3.8.- Finalmente, sed todos de un mismo
sentir, compasivos,
amándoos
fraternalmente, misericordiosos, amigables;
El Señor
da ejemplo:
Lc. 6.36.- Sed, pues, misericordiosos,
como
también vuestro Padre es misericordioso.
Trae un beneficio espiritual:
Prov. 11.17.- A su alma hace bien el hombre
misericordioso;
Y finalmente, trae
gran gozo:
Mt. 5.7.- Dios bendice a los compasivos,
porque serán tratados con compasión. (NTV)
¿Hay alguien al
lado tuyo que necesita ser consolado?
¡Déjate usar por nuestro
Creador!
Muy lindo de mucho animo gracias Jessica
ResponderBorrarGracias a Dios que te animó, bendiciones.
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