Hoy
estudiaremos la primera característica de una lengua dulce, agradable a Dios, que
es palabra LIMPIA.
Ef.
4:29.- Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino
la
que sea buena para la necesaria
edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
La palabra corrompida en el original,
significa podrido, muerto, que no vale nada. Por tanto, la palabra no corrompida o limpia debe
ser al revés, agradable, viva y valiosa.
En esta porción de la Biblia, Dios no
quiere palabras bajas y vergonzosas, charlas absurdas o insensatas, de
comicidad vulgar, sino, reitero, desea un lenguaje de gratitud como acto de
adoración. Las obscenidades o las vulgaridades son tan acostumbradas en nuestras
sociedades, que empezamos a aceptarlas, aun cuando no las pronunciemos.
El lenguaje sucio es sin duda uno de
los problemas más comunes y que más afean la belleza de las personas; desde el
más erudito y refinado, hasta el más ignorante.
De hecho, parece estar de moda, inclusive en las más altas
esferas de la sociedad y la cultura, utilizar palabras bajas o denigrantes
acompañadas de expresiones cultas, como si sacadas de su contexto parecieran
más interesantes.
Esto ha llegado a tal grado, que la
Real Academia Española, ha cedido su “realeza” valga la redundancia y ha
incluido palabras altisonantes como parte del Diccionario de la Lengua.
Los considerados por el mundo como
grandes literatos como Octavio Paz, Juan Rulfo y García Márquez, por mencionar algunos,
usan en sus historias vocablos vulgares e historias sexuales, que los
intelectuales manejan que son historias reales y palabras usadas para que el
público se “identifique”.
Hay mucha preocupación por la
contaminación del aire y el agua, pero no por la de nuestro hablar.
Veamos ejemplos: La lengua limpia
muestra reverencia a todas las cosas santas, personales, privadas e
importantes, se rehúsa a emplear palabras bajas u obscenas al referirse a temas
sexuales porque tiene un elevado
concepto del verdadero amor.
Tampoco
inventará animalizaciones de personas
que agraden a su autoestima, como “María se ríe como una hiena, Carlos come como cerdo o ya estás con tu cara
de perro”.
Esto provoca bullying escolar, violencia
familiar, y en cualquier lugar en que sea usado. Afecta la autoestima y provoca
gente acomplejada que arrastra con este problema por muchos años, si es que no
por toda la vida si no es atendido.
Enseña a tus hijos a dirigirse con respeto
a sus compañeros cualquiera que sea su condición física o social.
El vocabulario perverso y burlón no
puede hablarse por el cristiano porque no refleja la presencia de Dios en
nosotros.
La próxima semana veremos la palabra
buena y agradecida.
Por Jéssica Jiménez de Beltrán.
Escrito para el Blog El Viaje de Una Mujer.
Escrito para el Blog El Viaje de Una Mujer.
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